Pedro Serrano – Incendios mortales y errores humanos.

En los incendios descritos han muerto 169 personas y miles de animales, victimas todas de errores humanos; errores en las normativas -que a veces no existen o no se supervisan o no se aplican-, decisiones estructurales anteriores, donde importó más el dinero que la vida.

Incendios en edificios de altura, las fachadas mortales.

El 21 de marzo de 1981, se inicia en el piso 11 de la entonces más alta edificación de Chile, un dramático y mortal incendio. En el estudio de dicho evento, las altas cargas combustibles asociadas, los gases de pirólisis almacenados, la ventilación en chimenea de las escaleras y ductos de los ascensores, la falta de vías seguras de evacuación, las fallas en la red seca y otros, nos hicieron pensar como nunca en la física de los incendios en estos nuevos edificios. Murieron 11 personas.

Dos meses después, me correspondió -como profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile de Valparaíso- realizar una exposición sobre los conceptos más importantes, primero en Valparaíso y luego en la Comandancia del Cuerpo de Bomberos de Santiago, usando maquetas de edificios hechas por los alumnos de arquitectura, ventiladores, matraces con bencina y extintores, por supuesto, con los que se pudo simular en vivo ante un centenar de bomberos, todas las posibilidades de incendio en edificios.

El foro posterior fue impactante, las preguntas y respuestas de bomberos que estuvieron en la primera línea del desastre, reescribieron parte de las futuras normativas del Cuerpo de Bomberos ante una capital que, en corto tiempo, se poblaría de rascacielos.

Este mes de junio de 2017, el horroroso incendio de la Grenffel Tower en Londres, con casi 80 fallecidos, nos enfrenta nuevamente a un asunto de suma gravedad para nuestros edificios de altura: Los nuevos recubrimientos de fachada que se están usando.

La Grenffel Tower -a ojos vista- se quemó por afuera. Estaba recientemente refaccionada en 2016 y se le colocaron, como revestimiento exterior, unos paneles conformados por láminas de “composit” de aluminio, encapsulando un aislante de polietileno… Error, el polietileno es altamente inflamable. El aluminio se funde a 660 grados C. Resulta prácticamente imposible imaginar como en Inglaterra se descubren esta semana que hay más de 600 edificios con el mismo recubrimiento, algunos de los cuales están ya en plan de evacuación. El fuego se inicia con un frigorífico que se quemó.

El recubrimiento usado es Reynobond PE, fue fabricado por la compañía Omnis Exteriors, que también ofrece la versión más cara y resistente al fuego (Reynobond FR) rellena con lana mineral. La constructora británica se ahorró un total de unas 7000 libras usando el revestimiento inflamable más barato… Por supuesto, también estos revestimientos se venden y usan en Chile.

Se puede agregar que el revestimiento por sobre la fachada, con un espacio detrás, es una perfecta chimenea para propagar rápidamente un incendio.

Por supuesto, es también interesante tomar en cuenta la carga combustible que hay dentro de un departamento en estos edificios, las cortinas, las alfombras, los colchones, los sillones, luego las maderas, todos son combustibles y con el calor que levantan estos incendios exteriores, el interior piroliza antes de que lleguen las llamas. El departamento prácticamente se deflagra en llamas.

La pirólisis es la liberación de gases combustibles de toda materia orgánica, como la madera o los materiales plásticos, debido a la temperatura. La leña, por ejemplo, no se quema, lo que se quema y conforma la llama que vemos, son sus gases de pirólisis. Incluso en ausencia de oxígeno, es posible formar y guardar los gases de la pirólisis como combustible para motores.

En Chile, se usan profusamente revestimientos inflamables en la construcción, desde maderas sin tratar, metacrilatos, poli carbonos, poli vinil cloruros: PVC, y estos paneles compuestos. La madera de pino se auto-enciende a unos 250º C, el polietileno a menos de 350º C y el PVC a unos 450º C, que sería el plástico más resistente. En un efecto chimenea, todos reciben suficiente oxígeno, ninguno es seguro.

También se usan en el interior de nuestras construcciones materiales para aislantes térmicos como las espumas de poli estireno, abundante en los paneles tipo Sip o las espumas de poliuretano y las de polietileno, todas ellas combustibles, todas hacen pirólisis antes de llegar las llamas.

Los incendios de edificios de altura son tragedias que nadie podría desear y que Chile podría evitar. El asunto es verificar como lo estamos haciendo. El revestimiento usado en Londres está prohibido en edificios de altura en Europa y Estados Unidos. En Valparaíso en una dudosa operación inmobiliaria han surgido enormes edificio de altura en los cerros que rodean la ciudad, estableciendo conos de sombra ilegales sobre miles de residentes, negando la vista al mar, patrimonio intangible de los porteños. Para una ciudad tan cercana a los incendios, ¿habrá algún análisis local serio sobre la posibilidad de este tipo de eventos en los nuevos rascacielos de la ciudad?

El Dragón Forestal, otro error humano.

En Valparaíso, el dragón forestal quemó, en abril de 2014, buena parte de los cerros habitados de la parte alta. No se salvó nada, casas de hormigón, de ladrillo y de madera se quemaron por dentro, nuevamente, por la pirólisis de sus cargas combustibles domésticas. Murieron 15 personas. ¿Quién provocó tal ola de calor…? Pues fue el Dragón Forestal. En las partes altas de la ciudad la industria forestal alimenta por años al dragón; en su época plantó grandes bosques de eucaliptus y pino radiata. Ambos tipos de bosques altamente resinosos y combustibles, botan durante años espículas, hojas y ramas que forman un colchón altamente combustible, liberado y semi-suelto en el suelo.

Un incendio suficientemente seco, con altas temperaturas y fuertes vientos desde el sur oeste, arrastra estos montones de desechos altamente combustibles, irresponsablemente abandonados y el fuego “vuela” por sobre las casas. Habitantes porteños que se salvaron, parapetados tras los muros, cuentan que “oleadas de fuego” pasaban por arriba de las casas, allí donde estas “pavesas” caían nada se salvaba. Ardieron colchones, bibliotecas, muebles y alfombras, incluso antes que se quemara el exterior de las casas.

Se escuchaban múltiples explosiones, los millares de balones de gas conectados con una manguera de polietileno amarillo, que se derritió, soltaron gas combustible más allá de lo imaginable.

La tragedia duró toda una noche y fue absolutamente imparable. En Valparaíso no hemos aprendido nada al 2017, pues el dragón forestal sigue juntando combustible en bosques abandonados hace ya mucho tiempo. En 2017, un incendio de pinos y eucaliptus en Quebrada Verde, atravesó 3 kilómetros en pocos minutos, saltó una carretera de 4 pistas y quemó más de 100 casas al otro lado de una quebrada. La carga combustible de los peores bosques de especies exógenas que es posible cultivar, sigue allí sobre Valparaíso. ¿Quién erradicará esas plantaciones?

El último gran incendio en la zona central de Chile, el más grande registrado en la historia, tiene exactamente los mismos orígenes: el calor, la sequía y los miles de hectáreas de bosques resinosos de eucaliptus y pino insigne: Un gigantesco dragón forestal, hijo de la industria de la celulosa y papel, que quemó localidades enteras. 11 muertes por el dragón de la codicia y la colusión. Exactamente igual al que ocurrió hace un par de semanas en Portugal, en la zona oriente de Coimbra; ese desastre cobró más de 64 vidas.

Muchas de las muertes fueron familias horrorosamente calcinadas en sus vehículos, atrapadas entre dos hileras de pinos y eucaliptus que colindaban con el pavimento. Con vientos de más de 100 kilómetros por hora, escapar en auto no era opción.

Tanto en el arrasado poblado de Santa Olga en Chile como en Coímbra en Portugal, actuaron los mismos elementos: calor, sequía, vientos, la codicia forestal con el negocio de la pulpa para papel, pinos y eucaliptus plantados de forma masiva, sin franjas de exclusión en torno a carreteras y poblados. Desastre anunciado, condiciones que se siguen repitiendo en Valparaíso.

En comparación con las especies nativas, los pinos y eucaliptus tienen hojas de menor tamaño, ocupan una mayor superficie a la hora de evapotranspirar y hacer fotosíntesis, crecen más rápido, pero secan notablemente las tierras. Los datos indican que pueden requerir de 1.600 toneladas de agua, que el árbol bombea al aire, para construir una tonelada de madera. En tierras altas puede ser peor, hasta 2000 toneladas de agua por tonelada de madera (F. Sanders).

Sequía, destrucción de suelos, erradicación del bosque nativo, pérdidas de hábitat para especies endógenas (debajo de un bosque de estos y sin viento hay un silencio siniestro.), amenaza de incendios y muerte para los habitantes. Son amenazas latentes que ejerce una industria que -en Chile- no ha tenido problemas para coludirse y estafarnos.

En buena parte de la Unión Europea, estos bosques han sido erradicados; en Portugal, estudian ahora las leyes para hacerlo. En Chile, hemos sacado leyes para subsidiar y premiar estas plantaciones. Aquí, nadie regula el agua del subsuelo donde estas plantaciones proliferan y secan el territorio.

A los seres humanos nos cuesta aprender, sobre todo si estas situaciones están mediadas por el comercio y la codicia de nosotros mismos. Sin embargo, estas lecciones han sido dolorosas para los tres países: Reino Unido, Portugal y Chile. No ha muerto ni ha sacado ningún rasguño ninguno de los culpables involucrados. En Valparaíso se siguen construyendo rascacielos en los cerros y descuidando bosques resinosos en lo alto.

En los incendios descritos han muerto 169 personas y miles de animales, victimas todas de errores humanos; errores en las normativas -que a veces no existen o no se supervisan o no se aplican-, decisiones estructurales anteriores, donde importó más el dinero que la vida.

Pedro Serrano R.

Director Unidad de Arquitectura Extrema, UTFSM. Presidente de Fundación TERRAM para el desarrollo sustentable. Socio del Foro de Altos Estudios Sociales Valparaíso.

Quema del revestimiento inflamable exterior en la Grenffel Tower, Londres, junio 2017, Cordon Press.

Autos quemados en Portugal, bosque colindando con la carretera. Foto Agencia EFE.

Incendio en Santa Olga, Chile. Foto, Emol.com

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