Los desafíos que enfrenta Chile para abordar el fenómeno migratorio

El fenómeno de las migraciones continuará afectando a nuestro país y es importante estar preparado para enfrentar sus demandas con instituciones acordes a los requerimientos en forma oportuna y expedita. Sólo de esta manera podremos facilitar la inserción de los inmigrantes a nuestro sistema con los correspondientes derechos y deberes que corresponde a cualquier habitante de nuestro territorio.

Juan Paulo Roldán Gómez
Periodista y Magíster en Relaciones Internacionales, PUCV. Socio del Foro de Altos Estudios Sociales Valparaíso.

La migración internacional es un fenómeno social que impacta y transforma a las sociedades en términos económicos, sociales y culturales. Es un fenómeno dinámico, donde intervienen una serie de factores y que durante los últimos años se ha vuelto muy complejo a nivel internacional debido al aumento de los flujos y su diversidad.

La migración se desarrolla también en un contexto de marcada globalización, donde las fronteras ya no se perciben como límites claros, esto se explica en parte también por los avances en transporte y tecnología, ayudando a disminuir las distancias y los costos de desplazamiento, modificando las relaciones sociales que establecen los migrantes con sus lugares de origen y de destino. En ese sentido, uno de los rasgos de la migración es el carácter transnacional.

América Latina ha estado marcada por una larga trayectoria migratoria. Ciudadanos de diversos países no solo han partido hacia el hemisferio norte, buscando un mejor futuro, sino que históricamente durante diversas crisis han buscado condiciones de vida más dignas en países latinoamericanos.

Recientemente, asistimos a un nuevo flujo migratorio latinoamericano, esta vez, protagonizado por ciudadanos venezolanos que prácticamente huyen de su país debido a la grave crisis institucional, económica, política y social que afecta a su nación.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estima que casi 6 millones de venezolanos han migrado y el 75% de ellos se encuentra residiendo o en tránsito en diversos países de América Latina. Venezuela ha pasado de ser un país de inmigrantes a ser un país de emigrantes en muy poco tiempo.

Esta situación trae desafíos a los países en los que se asienta esta colectividad, a la comunidad internacional y a los organismos internacionales, desafíos que deberían considerar políticas de integración en el más amplio sentido, de manera que reduzcan los peligros de la xenofobia y la vulnerabilidad de sus derechos fundamentales.

La historia contemporánea de la migración en Venezuela da cuenta de un país que se mostró atractivo para la población extranjera en ciertos períodos, durante los cuales transitó por fases de expansión económica, asociadas a los altos ingresos provenientes de la renta petrolera, que permitieron el desarrollo de importantes proyectos de inversión y la elevación de sus índices de bienestar, en medio de cierta estabilidad democrática.

Venezuela terminó el siglo XX eligiendo democráticamente al teniente coronel Hugo Chávez, quien había dirigido un intento de golpe de Estado contra el presidente Pérez en 1992. Las nuevas fuerzas políticas que detentan el poder, plantean un nuevo proyecto de país basado en lo que se ha conocido como el socialismo del siglo XXI, cuya implementación se vio favorecida por la disponibilidad de grandes ingresos derivados de una nueva bonanza petrolera durante la década de 2000.

Este modelo del socialismo del siglo XXI se fundamentó, entre otros aspectos, en la ampliación del papel del Estado en la economía como regulador y como empresario, la aplicación de un sistema intrincado de controles de precios y de cambio, la destrucción de las capacidades productivas del sector privado, que generaron grandes desequilibrios macroeconómicos y llevaron al cuadro de hiperinflación y deterioro profundo de los niveles de bienestar que actualmente enfrenta la población venezolana.

La muerte de Chávez y la designación de Nicolás Maduro como su sucesor para continuar el proyecto revolucionario reinicia otra etapa de inestabilidad política y perdida de la institucionalidad democrática en un contexto de profunda crisis económica que continúa hasta hoy.

El quiebre del sistema democrático, del Estado de derecho y un clima creciente de inseguridad jurídica, se reflejó en un aumento de la persecución política y la conflictividad social; se radicalizaron las medidas económicas orientadas a preservar el modelo productivo sostenido durante más de tres lustros, no obstante, sus implicaciones negativas reflejadas en una gran contracción económica que está acompañada de un fuerte proceso inflacionario que ha erosionado completamente el poder adquisitivo de la población, lo que ha causado enormes niveles de escasez de productos básicos y de todo tipo, así como deficiencias en todos los servicios públicos; todo ello traducido en la pérdida profunda en la calidad de vida de la población.

Este panorama ha sido el marco para la severa crisis migratoria que está experimentando Venezuela, cuyas dimensiones empiezan a impactar en muchos países de América Latina y el Caribe, donde Chile no es la excepción, aunque Colombia es el país que lidera como destino de la inmigración venezolana, atrás vienen otros como Estados Unidos, España, Chile, Argentina, Ecuador, Panamá, Brasil, México y Perú, dentro de los países de la región que han capitalizado en mayor medida esta afluencia migratoria.

UNA MIRADA INTERNA PARA ENTENDER EL FENÓMENO

En los últimos años, sobre todo a partir de 2017, el incremento de la migración venezolana hacia Chile se enmarca en el éxodo que ha experimentado dicha nación producto de la actual crisis económica y política del Gobierno de Maduro, sumado a los altísimos niveles de violencia que enfrenta dicho país.

De acuerdo a cifras recogidas por el Departamento de Extranjería y Migración del Ministerio del Interior y Seguridad Pública, en 2002 nuestro país contaba con 4.338 inmigrantes internacionales de Venezuela. Esta cifra llegó a 455.494 en 2019.

Según datos otorgados por el Departamento de Extranjería y Migración en conjunto con el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en el país viven 1 millón 462 mil 103 extranjeros, alrededor del 6,2% del total de la población del país.

La mayoría se concentra en la Región Metropolitana, con un total de 905.681 personas, lo que equivale al 11,10% de la población metropolitana. Posteriormente, le siguen las regiones de Antofagasta con 101.979 llegando al 14,8% de la población de esa región y la región de Valparaíso con 96.750 personas, lo que representa el 4,9% de la población. La comuna de Valparaíso se encuentra dentro de las 25 comunas con más inmigrantes, contabilizando un total de 13.064 extranjeros.

La comunidad extranjera más numerosa en el país corresponde a la que proviene de Venezuela con una población equivalente a 448.138 personas, lo que representa el 30,7% del total. Posteriormente, le siguen los países de Perú, Haití. Colombia y Bolivia.

De acuerdo a datos del DEM en el período 2005-2020 se otorgaron un total de 121.608 permanencias definitivas a extranjeros prevenientes de Venezuela. El último año se entregaron 39.671, lo que representa un aumento del 19% con respecto del año anterior.

El colectivo de personas extranjeras de Venezuela es el principal en la región de Valparaíso con 35%, presentando una disminución de 0,3 puntos porcentuales respecto a 2019. En segundo y tercer lugar se ubican Haití, con 19,4%, y Argentina, con 9,5%, respectivamente, los que han descendido su proporción entre 2018-2020.

Algunos indicadores son interesantes de analizar en materia laboral, donde de acuerdo a un estudio del Observatorio Iberoamericano sobre Movilidad Humana, Migraciones y Desarrollo (OBIMID), las personas migrantes estarían en mejor situación que las nativas y en otros estarían en situación de desventaja; y en ciertos casos no existirían diferencias significativas.

“Si nos centramos en los que presentan una mayor desventaja, por una parte, a nivel nacional, las personas migrantes tienen una tasa de subcontrato mayor a la población nativa, lo que suele estar asociado a condiciones laborales más precarias y con mayores niveles de inestabilidad (Barattini, 2009). Por otra parte, es importante señalar que los trabajadores migrantes tendrían un mayor promedio de horas trabajadas (44,5) que la población nacional (42,4). Ahora bien, si nos centramos en la firma de contrato y presencia de contrato permanente, esto sería mayor en el caso de migrantes” (OBIMID; 256, 2021).

Según datos de la Encuesta CASEN 2017, uno de cada 10 migrantes se encuentra en situación de pobreza por ingresos, mientras que uno de cada cuatro lo está al analizar la pobreza multidimensional. Al respecto, un 24,4% de las personas migrantes pertenece a un hogar carente en adscripción al sistema de salud, en comparación a un 5,3% de los nacidos en Chile. Un 33,7% de los migrantes en Chile pertenece a un hogar carente de habitabilidad v/s un 20,8% de los nacidos en el país. Un 27,1% vive en condiciones de hacinamiento en comparación al 9,1% nacido en el territorio nacional (OBIMID; 260, 2021).

Según datos del Censo 2017, respecto de mayores de 25 años, las personas migrantes poseen, en promedio, más años de educación (12,6) que los nacidos en Chile (11,1), y una mayor proporción ha alcanzado educación superior (43 % en comparación con el 29 % de los chilenos). Pero los años de educación no asegurarían a trabajadores migrantes puestos de trabajo acordes a su capacitación ni una distribución similar a la de los chilenos.

Existen una serie de barreras para que los migrantes con alta calificación opten a trabajos acordes con su nivel de competencias y preparación, lo que puede explicarse por las grandes dificultades que presenta el proceso de convalidación de estudios. Ello motiva a los migrantes a buscar trabajo en ocupaciones en las que se requieren menos certificaciones formales.

Diversos autores internacionales han planteado que no existe evidencia de que el fenómeno migratorio actual tenga un efecto negativo en el empleo ni en los salarios de las personas que nacieron en Chile. Más bien, hay evidencia de las oportunidades que traen para reactivar la economía por su mayor nivel educativo, alta participación laboral y de cotizantes, y por su composición etaria mayormente en edad de trabajar, lo que es importante en un país donde se comienza a dar un proceso de envejecimiento poblacional.

Según un estudio reciente realizado por el Servicio Jesuita a Migrantes, se observa que desde 2018 las órdenes de expulsión de migrantes comienzan a aumentar (no bajando de las 5 mil por año entre administrativas y judiciales). Así entre 2018 y 2020 se dan 18.725 órdenes de expulsión, la mayoría administrativas (75% de éstas), y en cuanto a nacionalidades comienza a tener preponderancia la venezolana, constituyendo el 43% de éstas en 2020.

Por su parte, las expulsiones ejecutadas, aunque en menor intensidad, también aumentaron desde 2018, superando las 2.200 en 2019 y volviendo a bajar a 1.400 en 2020. A diferencia de las órdenes de expulsiones, de las 5.754 expulsiones realizadas entre 2018 y 2020 la mayoría son judiciales (81% de éstas), y con baja participación de personas venezolanas.

El informe indica que las personas migrantes han traído diversas oportunidades para un país que está transitando paulatinamente a un proceso de envejecimiento poblacional. Con ello, aumenta el porcentaje de afiliados al Sistema de Administración de Fondo de Pensión (AFP) que son extranjeros: en 2020 ello llegó al 9,6%, y en el de cotizantes a un 9,5%, aportando casi $304 mil millones de pesos chilenos, constituyendo un 7,2% del monto total de cotizaciones en 2020. Junto con ello los contribuyentes extranjeros aumentaron año a año, llegando a 746.789 personas en 2020, quienes aportaron con sus impuestos determinados sobre los $436 mil millones en el año. (SJM; 2021, 6)

Otra oportunidad tangible que expone la migración en un país que envejece, se asocia con el aumento de hijos inscritos en Registro Civil con al menos un padre extranjero, lo que ha aportado a atenuar la baja de nacimientos inscritos. De esta manera, en 2019 y 2020 se han inscrito más de 30 mil nacidos en Chile con al menos un padre extranjero cada año, llegando en 2020 a constituir el 16% del total de nacimientos registrados.

Dentro de los múltiples desafíos que implica construir una política pública de inmigración, en este contexto sanitario y latinoamericano, se requiere promover instancias de acuerdo internacional, de carácter global y regional, reconocer que Chile necesita inmigrantes para proseguir la travesía hacia su desarrollo, considerando la transición demográfica avanzada que experimenta nuestro país, caracterizada por la ralentización de su crecimiento poblacional, la caída y aplazamiento de la fecundidad y el envejecimiento de su población, lo que conlleva déficits estructurales a mediano plazo que procesos migratorios pueden ayudar a compensar.

Un segundo desafío es contar con una política pública de inmigración, de suyo complejo en estos tiempos donde nos hemos enfrentado a un flujo inmigratorio cuya magnitud y diversidad (social, cultural, étnica y religiosa) no tiene precedentes en nuestra historia, avanzar en promover la inclusión y cohesión social bajo un modelo híbrido entre la integración y la multiculturalidad junto con sus valores asociados: libertad, solidaridad, tolerancia, fraternidad, igualdad, entre otros.

El fenómeno de las migraciones continuará afectando a nuestro país y es importante estar preparado para enfrentar sus demandas con instituciones acordes a los requerimientos en forma oportuna y expedita. Sólo de esta manera podremos facilitar la inserción de los inmigrantes a nuestro sistema con los correspondientes derechos y deberes que corresponde a cualquier habitante de nuestro territorio.

Referencias:

  • Organización Internacional para las Migraciones (OIM). “Informe sobre las migraciones en el mundo 2020”. Ginebra, Suiza. Junio, 2019.  
  • Colección OBIMID. “El éxodo venezolano: entre el exilio y la inmigración”. Koechlin, José y Eguren, Joaquín (editores). Observatorio Iberoamericano sobre Movilidad Humana, Migraciones y Desarrollo (OBIMID), Madrid, España. Diciembre, 2018.
  • Colección OBIMID. “Inserción laboral de la migración venezolana en Latinoamérica”. Observatorio Iberoamericano sobre Movilidad Humana, Migraciones y Desarrollo (OBIMID). Madrid, España. Primera Edición, Abril 2021.   
  • Servicio Jesuita a Migrantes, SJM (2021). Migración en Chile. Anuario 2020. Medidas Migratorias, vulnerabilidad y oportunidades en un año de pandemia (N°2). Santiago, Chile. Recuperado de https://www.migracionenchile.cl/publicaciones
  •  Stefoni, Carolina. “Panorama de la migración internacional en América del Sur”. CEPAL. Santiago de Chile, 2017.
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