Rodolfo Codina – Tensiones geoestratégicas de la actual etapa que está viviendo el mundo

“En la actualidad tendremos que acostumbrarnos a vivir en un mundo cada vez más inestable e incierto

El panorama del mundo actual nos muestra un mapa donde se hacen evidentes diversos conflictos, enfrentamientos, crisis y tensiones de distinta intensidad, cuyas manifestaciones están presentes en todos sus continentes.

Podemos afirmar que vivimos una época inestable e incierta y las causas de esta inestabilidad e incertidumbre las podemos resumir en varios aspectos. Entre ellos, la elección de Trump y la posible reacción de China a sus excesos y provocaciones; la ralentización de las reformas estructurales necesarias, tanto en las economías desarrolladas como en las emergentes; la fragmentación y crisis en el Medio Oriente por la guerra y el terrorismo; las consecuencias de la revolución tecnológica; la crisis de los refugiados a nivel global; la incertidumbre política y volatilidad económica en Turquía; por último, todos los riesgos asociados con un régimen nuclearizado como el de Corea del Norte frente a unos Estados Unidos imprevisibles y una Corea del Sur en crisis política.

Efectuando un breve análisis de las tensiones geoestratégicas por regiones del mundo, podemos advertir que la transición de la Administración Obama a la presidencia de Trump ha venido acompañada por cambios fundamentales en la política exterior y de seguridad de Estados Unidos y un giro estratégico de ciento ochenta grados respecto al periodo anterior.

La llamada “doctrina Obama”, de naturaleza pragmática, no intervencionista y multilateral, está dando paso a una “doctrina Trump” diametralmente opuesta, basada en el principio “America first”, principio que podría llevar a Estados Unidos a un aislacionismo como también a un “nuevo reparto del mundo”, favorable a sus intereses y si es preciso, a expensas del resto.

Sumado a lo anterior, las políticas proteccionistas y reactivas del Gobierno de Trump presionan en favor de una desglobalización y de un mundo más fragmentado, y presagian múltiples tensiones con otros Gobiernos y organismos multilaterales, y un retroceso en las dinámicas de la integración regional en Europa, Asia y América Latina.

Europa por su parte, está en una encrucijada geopolítica. Una serie de crisis internas han afectado su capacidad de afrontar los desafíos geopolíticos externos; sobre todo su incapacidad de desarrollar una coherente y eficaz Política de Defensa y Seguridad Común. Si bien, Europa ha evitado el colapso por la crisis del euro, o bien por la crisis migratoria, ha sufrido el choque interno del Brexit y el choque externo tras la elección de Trump. El Brexit, debilita a la Unión y la elección de Trump amenaza dejar a Europa aislada y al mismo tiempo, el acercamiento entre Erdogan y Putin reduce la influencia de Europa en el Medio Oriente. Por otra parte, 2017 es el año de las elecciones y éstas decidirán cómo Europa responde al Brexit y cómo crea una nueva coherencia para afrontar sus desafíos tanto internos como externos.

El Medio Oriente ha pasado por muchas convulsiones, desde las revueltas populares de la Primavera Árabe en 2011 que sacudieron el statu quo tradicional dominado por los Estados Unidos de la Posguerra fría. Así, las naciones de Medio Oriente están en constante evolución hacia un destino incierto. Algunos factores a tener en consideración son las debilidades estructurales del Estado árabe en general, la competencia regional entre Irán y Arabia Saudí, el cisma entre musulmanes chiíes y suníes y el cambio de equilibrio de poder entre la hegemonía aún dominante pero en declive de los Estados Unidos y su rival, la Rusia de Putin.

El centro de África sigue siendo una región extraordinariamente compleja, donde las organizaciones extremistas han continuado interactuando en grado y forma diversa con las organizaciones criminales, las milicias de carácter étnico, los grupos armados y las autoridades gubernamentales, creando un entorno de inseguridad que dificulta la acción de control de los Gobiernos sobre su territorio, al tiempo que facilita la expansión del mensaje yihadista y de la insurgencia armada. Aunque, en los últimos tiempos, las organizaciones terroristas y grupos criminales vienen siendo sometidos a una presión creciente como consecuencia de las intervenciones militares y de una mayor cooperación internacional, ello no quiere decir que el terrorismo yihadista haya dejado de ser la principal amenaza para la seguridad regional.

La situación latinoamericana y del Caribe es bastante cambiante y se puede determinar a partir de algunos acontecimientos. El panorama que se avecina en la región es difícil de prever pero, en los últimos tiempos, asistimos a determinadas situaciones que nos deparan algunos de los rasgos que la definen, tales como la violencia criminal en Centroamérica y el posible aumento del crimen organizado, la inestabilidad que puede generar la política de Trump en México, la crisis política de Brasil y la inestabilidad política en Venezuela. Asimismo, se están solventando, aunque con dificultad, algunos de los conflictos que existen en la región, en particular, las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, que repercuten en el conjunto de América Latina y el Caribe y el eventual fin del conflicto en Colombia, que tiene una notable trascendencia.

En consecuencia y como se señalaba al comienzo de este artículo, en la actualidad tendremos que acostumbrarnos a vivir en un mundo cada vez más inestable e incierto.

Rodolfo Codina D.

Almirante (R), Ex Comandante en Jefe de la Armada y académico del Programa de Magíster en RRII, CEAL/PUCV. Secretario del Foro de Altos Estudios Sociales Valparaíso

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Comments

  1. Patricio Escobar : Junio 21, 2017 at 9:13 pm

    Interesante reflexión que ilustra con claridad los espacios en los cuales se debate el carácter del mundo que emerge. Si bien, siempre es fácil criticar un texto de este tipo porque no aborda uno u otro aspecto o no lo hace como uno ubiese deseado, omitiendo las restricciones de espacio y/o la complejidad de los temas, me permito de todas formas apuntar un aspecto que considero relevante. ¿Qué provoca el ascenso de Trump? ¿Qué empuja a los británicos a desear huir de Europa? Esa es, a mi juicio, la mayor incerteza. Desconocer que el paradigma con que interpretamos la realidad, se está volviendo crecientemente ineficaz, es el mayor de nuestros problemas. Trump, con todo el peligro que encierra, no seja de ser anecdótico en los grandes números.

  2. Gerard Richard Oliger Abaroa : Junio 22, 2017 at 2:41 pm

    El análisis del profesor Codina es muy claro y presenta una excelente síntesis de la actualidad. Dicho esto ¿lo que ocurre es mera coyuntura o responde a a algo más?

    Esta pregunta es muy difícil de abordar porque nos instala en el plano de los cambios profundos que ocurren en la sociedad, donde se ha democratizado el conocimiento (todo está en al web), aumenta la población mundial y, al mismo tiempo, envejece; crece la clase media y está expuesta a volúmenes ingentes de información (aunque no siempre existe la voluntad y la energía para procesarla). Todo lo anterior bajo el vertiginoso ritmo de la actual globalización que… parece estar mutando, donde los espacios de apertura conviven con proteccionismos, nacionalismos y radicalismo religioso.
    Nacionalismos que, por de pronto, pusieron fin a la primera globalización desembocando en la “guerra de 30 años del siglo XX.”
    Al parecer el yihadismo produce inestabilidad, pero no tiene la entidad de movilizar a las sociedades occidentales, musulmanas moderadas u orientales no musulmanas a cambiar su modo de vida, aunque sí les puede servir de excusa.
    El nacionalismo, en especial europeo, presenta al inmigrante musulmán como una amenaza terrorista, lo que constituye un fenómeno bien marginal.
    Lo que realmente temen es el intercambio cultural, la posible pérdida de empleos y, en definitiva, que se diluya el mundo conocido mediante el nacimiento de “nuevas identidades”.
    También se ataca la globalización misma por le hecho de producir “ganadores y perdedores”, trasladando industrias de continente en continente, dejando una estela de cientos de miles de trabajadores sin empleo y con dolorosos procesos de reconvención laboral. Ayer la fábrica era Europa, luego USA, después Japón, ahora China y mañana… África.
    Lo anterior agravado con la automatización de los procesos productivos. Aunque parezca increíble ya existe una máquina que cocina 400 hamburguesas por hora, la robótica, la domótica e internet de los objetos son términos que nos van a acompañar de aquí en más y millones no van a poder, o no van a querer, subirse a ese carro de alta velocidad.
    A lo anterior que es causa de fuertes manifestaciones, que puede favorecer derrocamiento de gobiernos, desplazamientos de personas, etc., hay que sumar varias dificultades en materia de seguridad.
    Dos serias dificultades que llegaron para quedarse son el cambio climático y las pandemias. Cada uno de esos temas es largo de desarrollar, pero quiero resaltar un punto, a saber, que las mitigaciones de algunos de estos problemas implica agravar otros, ya que el desarrollo de los países más pobres y convulsionados requiere mayor gasto energético y éste repercute en el cambio climático (esto a la largo ocurriría incluso con las fuentes “limpias”), a su vez el desarrollo de esos países disminuiría las migraciones.
    En cuanto a las pandemias hay que decir que las migraciones descontroladas las favorecen, pero como si dijo la solución pasa por el necesario desarrollo de los países en desarrollo y menos adelantados, lo que implica un mayor gasto energético, lo que daña el planeta.
    Como si lo anterior no fuese suficientemente complejo, hay que sumar el hecho que los recursos hídricos están desigualmente distribuidos en el planeta, lo que evidentemente será una fuente de tensión cuando el cambio climático se vuelva más severo.
    Este listado es muy incompleto y faltan un sinnúmero de conflictos de carácter local que pueden escalar y transformarse en guerras civiles, los que en la actualidad trascienden fronteras, un ejemplo son las reivindicaciones indígenas que no son canalizadas mediante procesos políticos racionales.
    Los conflictos desatados, las crisis y las tensiones latentes se multiplican y amplifican a causa de la globalización misma y el acceso a recursos de todo tipo que están al alcance de muchos, por ejemplo de los terroristas, lo que difunden sus mensajes por la web, tranzan sus mercancías a nivel global, reclutan agentes en todo el mundo y disponen de armas de toda clase como nunca antes en la historia.
    Estos son algunas de las causas profundas de la inseguridad actual.
    Como dice Zizek estamos en “tiempos interesantes”.

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