¿Retroceso o decadencia?
En vez de agitar miedos y deserciones, quienes tienen responsabilidades políticas harían bien en considerar el proceso de cambio constitucional como un espacio particularmente favorable para reforzar las virtudes republicanas a través de la generación de una Constitución en la que quepamos todos, en vez de imaginarlo como un nuevo campo de batalla que haga imposible una legitimidad compartida.