En lo inmediato, el Primer Ministro Netanyahu sólo ha tenido que lidiar con las familias de los secuestrados que sienten, con razón, que la operación militar de Israel en Gaza progresivamente reduce la posibilidad de recuperar con vida a sus familiares, pero en algún momento, la sociedad civil le pedirá cuentas al Gobierno por su responsabilidad en el más dramático fracaso de seguridad en su historia. Tampoco es improbable que la conjunción entre la magnitud del problema humanitario en Gaza y el creciente aislamiento internacional de Israel profundice el rechazo a la coalición de Gobierno y que eso posibilite un cambio político. En el intertanto, el número de muertos crece y el drama humanitario para la población civil de Gaza se profundiza.