Pedro Serrano – La Crisis Ambiental. Raíces territoriales profundas de injusticia para el despertar de Chile.

He aquí varias muestras de la profunda herida ambiental y de las enormes grietas causadas por el neoliberalismo en Chile durante décadas, que alimentan lo que hoy es el “estallido social” o el despertar de Chile.

Chile en sí mismo es una unidad ambiental multisistémica desde el punto de vista administrativo y también, encajado en sus fronteras físicas: Al sur del desierto más seco del planeta, al oeste de la Cordillera de los Andes, al este del Océano más grande y profundo y al norte del continente más helado de la Tierra. Un grupo de ecosistemas particularmente encerrado en un territorio físico, Chile es una suerte de isla en la parte más austral del planeta.

Pedro Serrano R.
Director de la Unidad de Arquitectura Extrema, UTFSM. Presidente de la Fundación TERRAM para el desarrollo sustentable. Socio del Foro de Altos Estudios Sociales Valparaíso.

El territorio y acuitorio chilenos han sufrido por décadas lo que María Olivia Monkeberg ha llamado “El saqueo de los grupos económicos al Estado chileno”.  El Estado chileno en este texto será y es todo el territorio con sus tierras, especies vivas, montañas, bosques, lagos, lagunas, desiertos, ríos, 200 millas oceánicas, incluidos los seres seres humanos, que se supone lo administran.

Las riquezas territoriales del país históricamente fueron entregadas a grupos de poder, primero de los conquistadores españoles, luego de la oligarquía criolla terrateniente, luego a capitales extranjeros y mixtos. En especial, durante la dictadura cívico militar (1973 1990), fueron cedidos a grupos empresariales. Lo anterior generó, en pocos años enormes brechas de ingresos, acceso al bienestar de muy pocos y por supuesto, concentración de grandes fortunas de grupos económicos que acogieron el más extremo de los neoliberalismos del planeta.

Esta situación forzada (o implementada por la fuerza) resultó en la concentración de las riquezas en menos de 1% de los chilenos[1].

Esta concentración y la percepción ciudadana de que ha sido un saqueo impune es de todas formas la parte más importante del combustible de la explosión social de octubre de 2019. Acrecentó esta percepción ciudadana el hecho de que las ciudades, en especial Santiago de Chile, se hayan segregado territorialmente de modo abismante, quedando el 1% de la población más rica en territorios inalcanzables, con un grado de desarrollo y bienestar como los mejores del planeta, y para la mayoría, el resto que trabaja físicamente en el sistema productivo, en situación de evidente desmedro, con sistemas de transporte, educación y salud del tercer mundo, que han hecho insoportable la tensión social[2].

Millones de chilenas y chilenos han mostrado su enojo, mientras que miles de chilenas y chilenos asustados controlan a las fuerzas de orden y seguridad para reprimir a los primeros. La violencia de la represión ha dado lugar a acusaciones de violaciones a los derechos humanos, como lo señalan los informes elaborados por el Instituto Nacional de Derechos Humanos, Amnistía Internacional, Human Rights Watch y las Naciones Unidas.  

Entre los millones de chilenos enojados, cabe destacar al grupo más joven (hoy hasta 35 años), que heredaron una situación que no construyeron y que limita sus opciones de vida futura, en un país saqueado ambientalmente, económicamente injusto y socialmente con grietas enormes en la educación, la salud, el transporte, el acceso a servicios. Armados de una red neuronal inédita, con sus celulares inteligentes coordinaron las evasiones masivas del Metro de Santiago que iniciaron todo el despertar de Chile, proceso que ya lleva 60 días, aparentemente sin ser entendido, en sus culpas, por los mayores[3].

Como el llamado “saqueo” se ha hecho sin la más mínima conciencia ecológica (Forestales, Pascua Lama, Minera, Inmobiliarias, Pesqueras, Zonas industriales de sacrificio, entre otras) se ha configurado una Crisis ambiental de carácter nacional, que se suma, además, a la crisis planetaria que fue recientemente objeto de debate en la COP 25.

Por otra parte, la dictadura ofreció, a muy bajo costo salarial, el trabajo de millones de trabajadoras y trabajadores al proceso de acumulación de la riqueza nacional en la dinámica de la economía neoliberal. Por ejemplo, se impuso el sistema de ahorro no solidario para el proceso de pensiones, las conocidas AFP, que permitieron al sistema empresarial usufructuar, por al menos 30 años (por trabajador), libremente, de los ahorros de millones de chilenos como una caja para invertir en lucrativos negocios, sólo con el compromiso de mantener (como cualquier banco) el capital ahorrado más IVA y una parte porcentual controlada de las ganancias. Disponer de miles de millones de dólares en una caja de libre disposición, menos benéficos pactados por al menos 30 años, es un préstamo casi sin intereses, insólito y de crecimiento continuo mes a mes. Esto constituye otra parte del estallido social que estamos viviendo. Obviamente el sistema es injusto para millones y rentable para muy pocos. Esos dineros también se usaron para incidir en buena parte de la degradación ambiental del territorio[4].

Otro tanto se hizo con la salud nacional y el sistema privado de “ISAPRES”, generando una salud pagada de buen nivel, para el que paga, y una salud pública deficitaria donde los que no pagan pueden morir en una cola o sentados esperando por horas, días y hasta meses, en un centro asistencial público. Si consideramos aquí la salud de todos los chilenos como parte del ambiente nacional, el mal contexto ambiental de salubridad para la mayoría es evidente y es otro alimento claro del estallido social.

Con la educación, que pasó en dictadura de ser derecho a un bien de mercado, el hecho se ha sostenido por más de 30 años, ya en 2011 en su anterior período el actual presidente lo reafirmó en cadena nacional[5].

Ocurrió lo mismo que con la salud y el territorio, buena educación y de calidad para el que paga y una educación residual de mala calidad, para el que no paga.

El sistema neoliberal necesita trabajadores fuertes, contentos y capacitados. Y también necesita mucha mala TV, consumo de segunda, farándula y comida chatarra. Para el neoliberalismo la educación no es de su interés especial, y sólo valora al trabajador en cuanto “capital humano”, reconociendo el valor económico del trabajo de las personas, cual máquinas, con mayor o menor capacidad y conocimientos, un valor económico para el sistema productivo.

Los seres humanos también somos parte del ambiente nacional. Se ha saqueado de muchas formas aquello que, siniestramente, el sistema neoliberal llama “capital humano”, reconociendo intrínsecamente para quienes manejan el capital en su beneficio, sólo el valor económico del trabajo de las personas, cual máquinas, con mayor o menor capacidad y conocimientos (mejoras del capital humano) son sólo un valor económico para el sistema productivo. Los seres humanos “residuales” de este proceso, sin oportunidad alguna, forman parte de los “ninis” (ni estudian ni trabajan), son víctimas de la pauperización educativa y son una oportunidad de reclutamiento para bandas delictuales y, sobre todo, para el Narcotráfico, que se presenta como una única oportunidad para acceder al consumo de bienes de mercado.

En un período de 20 años Chile no se “Venezuelizó” como algunos predecían, se “Colombianizó”. El Narcotráfico se ha transformado en una entidad poderosa, política, económica y territorial, que hoy traspasa la ciudadanía y todas sus instituciones.

Ambientalmente Chile, a finales del siglo XX, entregó gran parte de su riqueza minera sin establecer royalties justos, como lo son los casos del Cobre privado, Molibdeno, hierro y oro (Pascualama y Casale), litio (SQM), Los Pelambres, Isla Riesco y muchos otros[6].

El neoliberalismo ha llegado en Chile a un extremo inaudito en el planeta: darle al uso del agua libre del territorio -vale decir lo que llueve, cae gratis como nieve, los hielos eternos, toda el agua que escurra al mar, lagos, lagunas, aguas subterráneas renovables y relictas, todas chilenas, de disposición territorial sin “costo natural”- el tratamiento de capital privado transable.

Éste es un caso único en pleno siglo XXI y absolutamente cuestionado en el planeta, generando injusticias ambientales notables, perjuicios a los pequeños agricultores e industrias que no tienen “derechos”, y en esto se incluye la privatización del agua potable de las ciudades. Todas estas propiedades sobre agua nacional fueron repartidas gratuitamente y hoy se transan en el mercado nacional e internacional. Por dar un ejemplo de esto, entre muchos hoy vigentes, hay casos como las “Paltas de Petorca”, donde empresas usan el agua discrecionalmente con tecnologías de hurto y riego tecnificado, que han dejado en seco a comunas y poblados donde viven seres humanos, no paltas. Este ejemplo, con varias réplicas en otros territorios nacionales, también impulsa las marchas de enojados habitantes[7].

También se permitió por años la tala de bosque nativo, subvencionando en dinero de todos los chilenos y en efectivo, las grandes plantaciones exógenas como el eucaliptus y el pino. Beneficiando la industria maderera y celulosa privada, sobre terreno anteriormente nativo. Incorporando al sistema injusticias territoriales históricas no paliadas, las pérdidas hídricas en el territorio.

Ambos árboles, los más usados por la industria, succionan y envían a la atmósfera muchísima agua, según CORMA (2017) un eucaliptus adulto (Bio-Bio) evapotranspira (bombea al aire) 25 litros diarios, El pino radiata hasta 50litros al aire por día. Esto evidentemente, por la densidad de plantación y lugares en que se plantan, estos árboles foráneos suelen “succionar y secar” el agua de suelos, donde también hay comunidades humanas y actividades agrícolas. Diremos aquí que estos árboles no nativos, exógenos, salvo la siembra y cuidados de mantención, crecen completamente gratis, a fuerza de fotosíntesis, succionando nutrientes (empobreciendo) y aguas del suelo de la patria de todos.

Según el diarioUchile, de Radio.uchile.cl, al 8 de octubre de 2019, el 78,7% de las exportaciones corresponden solamente a dos grupos empresariales. Un duopolio conocido en los affaires de colusión por el papel higiénico, pero también conocidos por la contaminación de aguas territoriales y oceánicas (casos Mehuin y la muerte de cisnes en humedales de Valdivia), lo que indica que los malos impactos ambientales de la floreciente industria resultan en altos costos para el Estado de Chile y un atroz deterioro para la tierra, sagrada para algunos y bien de mercado para otros.

Por su parte, la totalidad del negocio forestal reporta miles de millones de dólares anuales para arcas privadas, que no consideran los costos ambientales. Sin embargo, los impactos ambientales han sido negativos para el territorio nacional. El ambiente nacional, que incluye a las comunidades humanas, ha sido impactado con costos no pagados, deterioros territoriales irreversibles, todo por dinero concentrado en unos pocos y trabajos precarios para muchos.

A lo anterior se suma la histórica expoliación de los antiguos habitantes de las zonas hoy madereras: el pueblo Mapuche. Esta injusticia sigue latente, con tratados entre naciones incumplidos, violencia, asesinatos recientes, racismo y desprecio. Esta situación está lejos de ser resuelta y se suma al actual descontento de raíces ambientales[8].

Estos son sólo algunos ejemplos de maltrato ambiental de nuestro país, a cambio de fortunas concentradas en unos pocos.  Si miramos, por dar otro ejemplo, al sector de las aguas oceánicas -200 millas de zona económica exclusiva, con profundidades de cientos hasta miles de metros, con riquezas de biodiversidad mayores que las que se encuentran en tierras emergidas-, tenemos un panorama de descontrol, colusión y corrupción mucho mayor. Los océanos, aparte de mal vigilados, son científicamente poco conocidos y por lo tanto representan un “botín”[9] de recursos capitalizables por los mismos grupos.

Frescos en la memoria colectiva y aun no correctamente sancionados, están los escándalos en el Congreso de la República por acusaciones de corrupción de algunos parlamentarios en torno a la sanción de leyes de pesca, que han dejado en manos de un reducido grupo de familias, el control de la pesca en Chile[10]. De acuerdo con informes de SENAPESCA hay 8 especies, entre ellas la conocida Merluza, el Jurel, la anchoveta y otras que están hace tiempo superando los límites de captura y están bajo los límites de recuperación natural[11].

Hay mucho más, pero termino aquí con el tema de las “Zonas de Sacrificio”, máxima expresión de los perjuicios que puede causar un mercado mal regulado, y de injusticia ambiental con el acuitorio, el territorio y sus habitantes, producto del modelo neoliberal. Este proceso viene desde mucho antes de la dictadura, con refinerías de cobre, molibdeno, acero, plantas faenadoras de productos del mar, transferencias de petróleo, termoeléctricas e incluso hidroeléctricas.

El proceso de la creación de las zonas de sacrificio, según mis propios recuerdos, se inicia el 30 de septiembre de 1964 con la instalación, en la otrora paradisiaca bahía de Quintero al lado de la pequeña bella y pintoresca caleta de Ventanas, de una enorme fundición y procesadora de cobre. El cobre comenzó a llegar en forma de concentrados y también de mineral en bruto. En estos materiales también venía molibdeno, cadmio, oro, plomo y otros metales. Pero la raíz misma de la contaminación ambiental fue el gran contenido de azufre del mineral procesado. Durante décadas la pluma de humos de la gran chimenea -la veía por años desde mi casa-, acarreaba los sulfuros anhídridos de la procesadora, tornados por la humedad ambiente en ácido sulfúrico, hacia todo el fértil valle de Puchuncaví, depositando toneladas de ácido sulfúrico en el suelo, contaminando vegetales y animales, el agua y el suelo, generando enfermedades y cáncer para muchos habitantes campesinos a kilómetros de la planta.

Tampoco el sistema de los hornos era del todo hermético, más aún con los impactos de los terremotos. Resulta que planta se transformó en tóxica para sus propios operarios y también para la población que la rodeaba. Hoy hay una agrupación de viudas de operarios muertos de cáncer. También están los casos de la escuelita de “La Greda”, niños contaminados y pobladores expoliados por el desastre en sus calidades de vida.

 Ese fue el inicio de la zona de sacrificio: el sueldo de Chile comenzaba a costar vidas humanas desde 1964. Y así llegamos a 2017, año en que la situación de la “zona de sacrificio” de Quintero-Puchuncaví revienta. Lo que aumentó notablemente en dictadura y hasta nuestros días fue la cantidad de industrias contaminantes que se permitió instalar en el territorio ya contaminado. Llegaron varias termoeléctricas a carbón (bituminoso, más azufre, plomo y otras basuras al ambiente), se pusieron terminales de carbón, de petroleras, gas, todos los cuales, por fallas estructurales, causaron decenas de derrames de distinto tipo, que arruinaron completamente la bahía y el territorio[12].

El término “Zonas de Sacrificio” fue originalmente rechazado en Chile. Sólo después de varias muertes fue reconocido por la prensa y el Estado recién en 2019. Por supuesto en Chile hay ahora más Zonas de Sacrificio: Mejillones, Talcahuano, Coronel, Tranque el Mauro, invasión de pesticidas y agroquímicos que acompañan las expoliaciones campesinas, por ejemplo en Elqui, y los sacrificios de los acuitorios nacionales que hace la industria salmonera[13].

He aquí varias muestras de la profunda herida ambiental y de las enormes grietas causadas por el neoliberalismo en Chile durante décadas, que alimentan lo que hoy es el “estallido social” o el despertar de Chile.

Como llevo años estudiando y escribiendo sobre estos temas, entiendo por qué millones de chilenos y chilenas han salido a las calles a protestar. La clase política, la derecha y la izquierda no deberían asombrarse de lo que está ocurriendo. Y a la pregunta sobre ¿quien dirige todo esto? Debemos responder: Pues nadie, somos todos, redes sociales de por medio[14].


[1]Diario Financiero: “Estudio de BCG: 140 chilenos concentran casi el 20% de la riqueza del país”, 20 de junio de 2019. Disponible en https://www.df.cl/noticias/mercados/finanzas-personales/estudio-de-bcg-140-chilenos-concentran-casi-el-20-de-la-riqueza-del-pais/2019-06-20/100325.html , CEPAL, Panorama social de América Latina 2018”,Santiago de Chile: Naciones Unidas, 2019. Disponible en https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/44395/11/S1900051_es.pdf; Aravena, S., “CEPAL confirma alta concentración de la riqueza en Chile: el 1% más acaudalado es dueño del 26,5% del PIB”, Revista Pulso, La Tercera, 15 de enero de 2019. Disponible en https://www.latercera.com/pulso/noticia/chile-uno-los-paises-la-region-donde-mas-cayo-la-pobreza-2012-2017/485579/

[2] Ruiz-Tagle, J., López, E., “El estudio de la segregación residencial en Santiago de Chile: revisión crítica de algunos problemas metodológicos y conceptuales”, Universidad de Chile, 2014. Disponible en https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0250-71612014000100002

[3] Serrano, P., “Red Neuronal Ciudadana”, Foro Valparaíso, 12 de noviembre de 2019. Disponible en https://www.forovalparaiso.cl/2019/11/12/pedro-serrano-red-neuronal-ciudadana/

[4]Reyes, C., “Informe: Modelo económico de Chile causa deterioro del medio ambiente”, Radio Bio Bío, 16 de diciembre de 2016. Disponible en https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/chile/2016/12/16/informe-modelo-economico-de-chile-causa-deterioro-del-medio-ambiente.shtml

[5] Radio Cooperativa, “Presidente Piñera: La educación es un bien de consumo”, 19 de julio de 2011. Disponible en https://www.cooperativa.cl/noticias/pais/educacion/proyectos/presidente-pinera-la-educacion-es-un-bien-de-consumo/2011-07-19/134829.html

[6] Caputo, O., “Las ganancias de la minería privada en Chile”, Punto Final, 23 de octubre de 2019. Disponible en  https://www.puntofinalblog.cl/blog/las-ganancias-de-la-mineria-privada-en-chile

[7] 24 Horas, “Agricultores denuncian robo de agua en Petorca”. Disponible en https://www.24horas.cl/regiones/valparaiso/agricultores-denuncian-robo-de-agua-en-petorca-3620010

Espacio Regional, “Petorca: Ante el saqueo del agua, pequeños agricultores cortan ruta E-35 y gobernadora Santelices los acusa de terroristas”, 11 de octubre de 2019. Disponible en https://www.espacioregional.cl/2019/10/11/petorca-ante-el-saqueo-del-agua-pequenos-agricultores-cortan-ruta-e-35-y-gobernadora-santelices-los-acusa-de-terroristas/.

[8] Nación Mapuche, “Tratados y documentos relacionados”. Disponible en https://www.mapuche-nation.org/espanol/main/especial/nacion_m/tratados.htm

[9]  1. Conjunto de posesiones que se concedía a los soldados del enemigo vencido. 2. Conjunto de las armas, provisiones y demás efectos del ejército vencido de los que se apodera el vencedor.

[10] Figueroa, J. P., Los nueve dueños del mar chileno, CIPERChile, 25 de enero de 2012. Disponible en https://ciperchile.cl/2012/01/25/los-duenos-del-mar-chileno/

[11] Serrano, P., “Pesquerías globales. Un cálculo alimentario que no calza”, Foro Valparaíso, 13 de agosto de 2018. Disponible en https://www.forovalparaiso.cl/2018/08/13/1156/

[12]Serrano, P., “MORDOR. Pueblo de Las Ventanas y las fuerzas de una industria sin regulación”. TERRAM, 2016; “Bahía de Quintero 2018: Industrias contaminan escuelas. Mandan a cerrar las escuelas”, Foro Valparaíso, 10 de septiembre de 2018. Disponible en https://www.forovalparaiso.cl/2018/09/10/pedro-serrano-bahia-de-quintero-2018-industrias-contaminan-escuelas-mandan-a-cerrar-las-escuelas/ 

[13] Terram, “Estudio determina preocupante efecto de salmones sobre especie nativa del sur de Chile”, 29 de abril de 2019. Disponible en https://www.terram.cl/2019/04/estudio-determina-preocupante-efecto-de-salmones-sobre-especie-nativa-del-sur-de-chile/

[14] Serrano, P., “Red Neuronal Ciudadana”, Foro Valparaíso, 12 de noviembre de 2019. Disponible en https://www.forovalparaiso.cl/2019/11/12/pedro-serrano-red-neuronal-ciudadana/

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