Gerard Oliger – Igualdad de género en el comercio, una perspectiva desde lo global a lo local
El hecho que las mujeres tengan más oportunidades es, en primer lugar, un acto de justicia, pero además según el informe de 2017 de Doing Business mejora la competitividad y productividad de un país, por lo que es una tarea que no puede esperar más.
Existen barreras invisibles que hacen que las mujeres no participen en determinados campos, ya que imperan discursos del tipo “este ambiente no es para mujeres”, además es común escuchar reclamos sobre los “costos” que implica la contratación femenina debido a la maternidad, lo que por supuesto es injusto dado que las responsabilidades familiares se deben compartir. En esta misma línea es importante destacar que en países como el nuestro la mujer se hace cargo de una parte considerable de las labores del hogar común, cuidado de los hijos y de adultos con algún grado de restricción en su autonomía (en situación de discapacidad o adultos mayores dependientes), por lo que cuando están en el trabajo no pocas veces dejan sin atender algo en casa, lo que se denomina doble presencia. Esto se complejiza cuando además la trabajadora es estudiante (triple presencia).
En este contexto las intraemprendedoras tienen dificultades para la inserción plena en el mundo del trabajo en general y, en específico, en el exigente y dinámico mundo del comercio exterior. La situación de las mujeres empresarias tampoco es muy alentadora, debido a la cultura machista imperante y las incipientes políticas de género desarrolladas desde las asociaciones empresariales, órganos estatales, organismos regionales y multilaterales.
Incluso hemos asistido a bochornosos incidentes, como la muñeca inflable que el presidente de ASEXMA regaló a sus invitados a fines de 2016, donde medios internacionales calificaron el “regalo” como una muestra del machismo tradicional chileno, donde el aborto es ilegal, es común ver promotoras escasamente vestidas y la participación laboral de la mujer es baja (así lo indicaba el diario inglés The Guardian).
Las Naciones Unidas con sus Objetivos de Desarrollo Sostenible proponen metas que pueden parecer ambiciosas para el mundo en desarrollo, y por supuesto que el objetivo número 5 será un gran avance si es alcanzado[1]. Más países como Chile deben aspirar a ir más lejos ya que nada obsta, sino la cultura e intereses mezquinos, para que las mujeres tengan plena igualdad, “sin que la deban ganar” (exigencia que se escucha frecuentemente en círculos machistas), sino porque es su derecho.
También en el ámbito multilateral, la OMC ha comenzado a dar pasos para una mayor participación de la mujer, partiendo de la base que es precisamente el comercio una manera importante para el empoderamiento de éstas. La declaración de Buenos Aires de 2017 estableció un claro norte, a saber, cerrar las brechas de género.
Al año siguiente se desarrolló los días 6 y 7 de diciembre una conferencia sobre la materia en Ginebra, donde se destaca una idea clave: “el comercio y la igualdad de género son fundamentos del desarrollo sostenible, la creación de empleos y el crecimiento económico”.
Esta preocupación se expresa en el desarrollo de una nutrida agenda, la que esperamos sea positivamente acogida por los Estados miembros, sin que la afecte la pérdida relativa de influencia que ha padecido el multilateralismo en nuestros días, que incluso afectó el desenlace del foro más importante de Asia Pacífico, ya que APEC 2018, desarrollado en Papúa Nueva Guinea, terminó por primera vez en la historia sin una declaración final.
En el marco de APEC el tema de marras está presente hace más de 20 años, siendo la primera iniciativa concreta la creación de la Red de Mujer Líderes y, posteriormente Policy Partnership on Women and the Economy (PPWE) y Women and the Economy Forum APEC (WEF). Éste último es un encuentro anual que tiene como objetivo alentar a través del diálogo (método característico de APEC y quizás su nota más asiática del modo de estrechar lazos), la participación de la mujer en la economía.
Quizás lo ocurrido en Papúa Nueva Guinea sea una preciosa oportunidad para avanzar en los temas que en nuestro país se van a discutir apropósito de APEC en los próximos meses, donde está dentro de las prioridades el aumento de las oportunidades para la mujer, PYMES y pueblos indígenas, y el crecimiento integral, inclusivo y sustentable.
APEC es una gran oportunidad para que reflexionemos durante todo el año sobre estas importantes materias. En este contexto el Foro de Altos Estudios Sociales Valparaíso, dedicó su número XXI a “Desafíos APEC”, donde contiene un apartado intitulado “Creativas y Emprendedoras. El Caso del Programa “Nosotras Creamos” en la Región de Valparaíso”, donde se relata el trabajo de investigación y apoyo al emprendimiento que, con enfoque de género, realiza el Departamento de Industrias de la Universidad Técnica Federico Santa María.
En la Alianza del Pacífico existe un grupo técnico dedicado a temas de Género, destacando su iniciativa llamada Comunidad de Mujeres Empresarias AP, un sitio virtual que permite conectarse a mujeres empresarias de los países miembros y explorar directamente oportunidades de negocios, fortalecer capacidades empresariales y liderazgo, así como también obtener información sobre eventos y cursos online en el marco AP, proyecto apoyado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Es muy aconsejable que los países tengan una agenda de género para sus relaciones bilaterales. Chile es muy activo en la materia, y ya logró incluir un capítulo de Género en el TLC con Uruguay, y se trabaja en la misma línea en la actualización del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea.
El
hecho que las mujeres tengan más oportunidades es, en primer lugar, un acto de
justicia, pero además según el informe de 2017 de Doing Business mejora la
competitividad y productividad de un país, por lo que es una tarea que no puede
esperar más.
[1]Objetivo 5: Igualdad de Género [Nota de la Edición]
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