COVID-19 en 2022: normalizando la tragedia

Los más sensatos se seguirán lavando las manos, usando alcohol, vacunándose, manteniendo mascarillas y distancias adecuadas, evitando aglomeraciones. Los más sensatos, sin embargo, suelen ser pocos. Mientras tanto, afuera la economía de mercado grita por hacer crecer el consumo, las fiestas, los eventos y la presencialidad a como dé lugar, normalizando la muerte acumulada de miles de ciudadanos.

Pedro Serrano R.
Director Unidad de Arquitectura Extrema, UTFSM. Presidente de Fundación TERRAM para el desarrollo sustentable. Socio del Foro de Altos Estudios Sociales Valparaíso.

El COVID-19 ha quitado la vida a 6,3 millones de personas en el mundo, una cifra enorme que curiosamente hemos ido normalizando. Un drama de tamaño global que parece supera nuestras capacidades sensoriales numéricas. Explicado de manera más cercana equivale a la muerte de la totalidad de pasajeros de 31.500 aviones Boeing 737. Treinta y un mil aviones estrellados ya entregan una sensibilidad más cercana. Ya resulta, para nuestras mentes normalizantes, un número inverosímil de accidentes de aviación equivalentes.

Los Estados Unidos perdieron 57 mil vidas en 10 años de guerra en Vietnam. Durante la Segunda Guerra Mundial, en todos los frentes, murieron 174 mil soldados estadounidenses. Pues en la reciente batalla contra el COVID-19, Estados Unidos llevaba, en mayo 2022, sobre el millón de muertos. Una muy mala cifra considerando las campañas de vacunación y un sistema de salud del primer mundo.

Tomado las proporciones, Chile también está en una extraña normalización, con una supuesta normalidad en plena quinta ola, con un total de 3,6 millones de casos acumulados. Pasamos de una época en que las muertes eran también un avión caído al día, a una micro tradicional desbarrancada cada día, con 40 muertes diarias a principios de 2022. También hemos normalizado la tragedia. Chile llevaba 57.785 muertes al mes de mayo. O sea, solo en Chile se han caído a la fecha 285 aviones Boeing 737 llenos en 2 años de pandemia.

Chile perdió aproximadamente 14 mil ciudadanos en la Guerra del Pacífico y ahora ha perdido 57 mil vidas en la lucha contra el COVID-19. La cifra no es comparable, pero advierte sobre la tragedia real en nuestro país

La normalización de la tragedia llevó a que, a fines de mayo, muchos pensaran que el peligro había pasado, que por fin dirían fuera a las mascarillas luego de 2 años, y que viva la fiesta, los recitales, los eventos, bienvenidas, la presencialidad, las aglomeraciones… Y aquí estamos, con un virus por fortuna menos agresivo y por desgracia muy transmisible, sobre los 7-8 mil casos detectados diarios, con una toma de muestras en promedio de 30-35 mil diarias a nivel país durante mayo (nada), y aun así la positividad es sobre 11 casos cada cien muestras.

Es muy posible que, como dijo alguna vez el ex ministro de Salud Jaime Mañalich, el virus mute a “buenito” y esto se transforme en un resfrío común más. Es posible que el virus vaya mutando en función de su supervivencia, transformarse en algo muy contagioso que no mate al huésped (lo que sería muy malo para el virus). Así, todo está aún por escribirse. Los más sensatos se seguirán lavando las manos, usando alcohol, vacunándose, manteniendo mascarillas y distancias adecuadas, evitando aglomeraciones. Los más sensatos, sin embargo, suelen ser pocos. Mientras tanto, afuera la economía de mercado grita por hacer crecer el consumo, las fiestas, los eventos y la presencialidad a como dé lugar, normalizando la muerte acumulada de miles de ciudadanos.

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