Siglo XXI, un Valparaíso posible

“Se abren infinitas oportunidades para surgir cual ave fénix (casi concreta), para pensar y planificar el Valparaíso de la tercera década del siglo XXI”.

A nadie que visite nuestra ciudad actualmente le cabrá duda de que se encuentra en un estado calamitoso, con grandes sectores deshabitados y comercios destruidos. El puerto de carga está en crisis por la imposibilidad física de manejar miles de contenedores de barcos cada vez más grandes, sin afectar la ciudad y en una competencia desigual con el puerto de San Antonio. A ello debe sumarse el mal transporte público, bandas criminales, muchas familias viviendo en asentamientos irregulares, tomas de terreno, incendios, y debilidad ante cualquier evento catastrófico, desde terremotos, tsunamis, remociones de masa, inundaciones, derrumbes, grandes temporales marejadas, etc.

Lo bueno de llegar al fondo en estos puntos es que se abren infinitas oportunidades para surgir cual ave fénix (casi concreta), para pensar y planificar el Valparaíso de la tercera década del siglo XXI.

Como historia corta, Valparaíso es una de las ciudades más antiguas de Chile. Descubierto el lugar en el año 1536, durante la primera expedición de Juan de Saavedra a las costas del Océano Pacífico. El 3 de septiembre de 1544, hace ya 479 años, fue designado como puerto natural. Pedro de Valdivia declaró a Valparaíso como puerto de Santiago. El 17 de abril de 1791 (233 años) se celebró el Primer cabildo municipal y en 1802 se declaró la ciudad con el nombre de Nuestra Señora de las Mercedes de Puerto Claro.

Desde mucho antes de su fundación, el lugar donde se asienta la ciudad de Valparaíso ha sufrido grandes terremotos, avenidas de agua y tsunamis, pero está en Chile, nuestro país es muy sensible a los desastres. Sin embargo, a pesar de todo ello la ciudad persiste, acumula y destruye patrimonio. Fue el puerto mundialmente más importante de Pacifico Sur, hasta la apertura del canal de Panamá, tuvo un gran auge migratorio, se asentaron en este puerto grandes e importantes industrias, bancos, importadoras, etc., vivió el auge del salitre, hasta que duró, tuvo importantes textiles, hasta que duraron. Así, la ciudad ha pasado por todo: auges y caídas, desastres y bonanzas. Pese a todo, Valparaíso siempre fue, es y será atractivo para vivir allí, por su excelente clima, cercanía al mar, un embudo de cerros que ofrece vistas al mar hacia el norte, en el camino del sol. La historia proyectada da cuenta que Valparaíso siempre existirá en su particularidad geográfica. Lo interesante en imaginar y especular con los destinos futuros de la ciudad y sus habitantes.

Valparaíso ya es casi una comuna conurbada con Santiago, ya está conurbada con las ciudades cercanas hasta Calera siguiendo la línea del tren, hasta Papudo siguiendo la costa Norte. 10.000.000 de habitantes viven en esa megápolis que engloba la Región Metropolitana con Valparaíso en plena conurbación, casi en un cuadrado territorial de cordillera a mar de 100 x 100 kilómetros. Es allí, en esa relación donde debe pensarse la comuna del futuro, una comuna más bien pequeña, hoy con 300.000 habitantes situada en una cuenca cónica que sube desde cero hasta 300 metros sobre el nivel del mar. Una que siempre ha sido atractiva para vivir. Con buen clima, buen aire y vista al mar.

El asunto de fondo de esta columna es imaginar cuál es el papel de la comuna en la gran megápolis bien conectada, megápolis que avanza sin lugar a duda.

Valparaíso tiene muchos desafíos de conectividad dentro de la comuna con las comunas aledañas, con Santiago y las rutas de norte a sur más una buena ruta costera, desde San Antonio hasta Papudo, una buena ruta que conecte con Argentina. El metro regional eficiente, moderno con energías renovables, debiese en 10 años cubrir Valparaíso-Calera, y por qué no Valparaíso-Reñaca-Concón-Quintero. Valparaíso necesita de un buen tren, que una el puerto con el tren longitudinal chileno y con la red de Argentina. Esto reduciría notablemente el absurdamente ineficiente tránsito de camiones y le daría un factor competitivo al puerto de carga, al puerto pesquero y al puerto turístico.

Curiosamente, el gran Valparaíso en pleno siglo XXI, no tiene aeropuerto comercial, solo una pista militar aeronaval, que no sirve para grandes aviones de pasajeros. En la era de los drones, los aerotaxis eléctricos, la ciudad no está preparada para los vuelos comerciales civiles, por lo que debiese haber zonas especiales habilitadas para ello. Siguiendo el ejemplo de Medellín, Colombia, a Valparaíso le falta un sistema de funiculares que una el Almendral con todos los cerros, con centros cívicos culturales en sus bases. Esto se logró integrar en su tiempo culturalmente a la ciudad colombiana más violenta del narcotráfico. Por supuesto Valparaíso debiese ser un ejemplo de ciudad eléctrica sustentable y en pocos años, todo transporte debiese ser eléctrico, limpio y con electricidad renovable.

Otro caso de resiliencia y actividad constante es la educación superior. La comuna cuenta con 4 universidades públicas de gran prestigio nacional e internacional, cuyas casas centrales están en la comuna, más centros de formación técnica públicos y privados, sedes de universidades privadas e institutos de formación. Esto confirma el eslogan de “Valparaíso ciudad universitaria”, que desde ya marca una vocación arraigada de la comuna. Dicha vocación a su vez genera muchos trabajos locales en alojamientos, transporte, alimentación, funcionarios administrativos, profesores, laboratorios, hospitales, centros de innovación, lugares deportivos y centros de esparcimiento.

Hay otras vocaciones de la comuna. De partida la ciudad eléctrica, que sí lo fue a fines del siglo XIX con el tren, tranvía, iluminación y ascensores. La ciudad universitaria ya descrita, con mucho acceso a estudiantes internacionales. La ciudad verde o comestible donde edificaciones, quebradas, viviendas son capaces de producir comida y cobertura verde, árboles frutales, absorción de CO2, aire limpio, mucho oxígeno. También está la ciudad informática, capaz de imponerse en las industrias globales de la ciberseguridad, los juegos digitales, la programación, desarrollo y uso de la IA. También puede recuperar su carácter patrimonial, desarrollar el turismo de cruceros, ser el puerto pesquero de la zona central, desarrollar los deportes náuticos, ser la capital de la poesía, la capital de la música, de las artes. La enumeración puede ser mayor e indica las oportunidades de la ciudad para resurgir de su última caída, estallido social, pandemia derrumbes e incendios de por medio. Esperando estamos todos el próximo terremoto y tsunami, marejada y temporal, pero al menos, eso la ciudad lo sabe desde siempre.

Epílogo

Valparaíso es una ciudad dinámica. Territorio descubierto por España en septiembre de 1536, Juan de Saavedra fue quien le dio su nombre. Antes de los españoles estaba habitada por changos y se llamaba Alimapu, o tierra quemada (no era una predicción). Fue nombrada puerto de Santiago por Pedro de Valdivia en 1544, designado como puerto natural en abril de 1791 y el primer cabildo municipal se celebró en 1802 con el nombre de Nuestra Señora de las Mercedes de Puerto Claro. En su corta historia la ciudad ha sido bombardeada, destruida por terremotos, tsunamis e incendios, se ha inundado, vertido por las quebradas, saqueada por turbas de ciudadanos, colonizada por el narcotráfico y etc. De todo menos tranquila y estática, cambia de destinos y se proyecta al turismo, las artes, la informática y la innovación. La ciudad en si misma vive su vida en plazos mayores que la permanencia transitoria de sus habitantes.

El lugar como asentamiento humano (changos y otros), tal vez tiene miles de años y unos 479 post dominio español. Está claro que como proyección histórica la ciudad no va a morir, pero también está claro que seguirá sufriendo desastres naturales y antropogénicos. Tal vez sea en el futuro un espacio -puerto interestelar-. Por lo mismo asumir con políticas, cultura y tecnología su naturaleza propensa al desastre sea siempre una necesidad que nunca haya que olvidar.

Pedro Serrano R.
Director Unidad de Arquitectura Extrema, UTFSM. Presidente de Fundación TERRAM para el desarrollo sustentable. Socio del Foro de Altos Estudios Sociales Valparaíso.

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