Con la liberalización del tipo de cambio y del ingreso de capitales financieros foráneos hace dos decenios, Chile entró de lleno a la globalización de la volatilidad financiera. Se había librado de ella al inicio del retorno a la democracia, gracias a la regulación (contra-cíclica) de la cuenta de capitales y del tipo de cambio. En contraste, la liberalización abrió paso a una intensa fluctuación cíclica de la demanda interna, del tipo de cambio y el balance externo. Resultado: inflación más baja, pero crecimiento del PIB, exportaciones y empleo más lentos.