Trump Bombardea Siria. ¿Definiciones estratégicas o cálculo de corto plazo? Noticia en desarrollo

Esta acción vuelve a tensionar las relaciones entre ambos gobiernos (EEUU-Rusia), vuelve a poner a Estados Unidos como un actor relevante en el complejo conflicto de Siria y además, vuelve a tensionar las relaciones con Irán y posiblemente, también con China

La sorprendente llegada de Trump a la Casa Blanca en medio de una no menos sorprendente campaña electoral nos planteó un mar de dudas respecto de cuáles serían las prioridades de su agenda internacional. Sus siempre cambiantes, cuando no extemporáneas intervenciones como candidato no permitían construir supuestos sobre que podría tener continuidad y que cambiaría en la política exterior de USA. El énfasis en el América Primero, las delicadezas con Putin y la destemplada crítica a la política exterior de Obama respecto del Medio Oriente o las críticas a la OTAN, hacían suponer una vuelta al aislacionismo (como en el período de entreguerras), una mayor sintonía con Rusia y una forma de multilateralismo selectivo, en donde el terrorismo islámico era el problema central y no el régimen de Bashar al Asad.

Recordemos que la guerra civil en Siria se inició como una extensión de la Primavera Árabe, que derivó en una guerra civil  (2012) en donde siempre hubo varios grupos que combatían al régimen sirio y que eventualmente también combatían entre sí: Grupos pro-occidentales y radicales islámicos , a su vez divididos entre fracciones sunnitas y shiitas, a su vez con vínculos con otros actores regionales, estatales y sub-estatales, como por ejemplo Irán o sus milicias shiitas (Hezbolá) en el Líbano en apoyo del régimen de Asad o Arabia Saudita que apoyaba a grupos sunníes en contra del régimen. A esto se suma el rol de potencias globales como Estados Unidos y Rusia, esta última como principal soporte del régimen sirio. En este contexto (en condiciones de inestabilidad regional  que se extienden a Irak), emerge el  Estado Islámico (2014) lo que introduce otro elemento más  de la complejidad de la crisis y provoca a su vez la intervención directa de Turquía y los Kurdos. El conflicto termina generando un sistema de veto múltiple en donde los objetivos de los diversos actores se bloquean mutuamente. En este río revuelto, los ganadores terminaron siendo Rusia y Siria. El gobierno de Al Asad terminó en el curso del año pasado por re-estabilizarse a costa de victorias sucesivas  sobre el ISI/Daesh, sobre los opositores a su régimen, gracias al apoyo militar ruso y al retiro parcial de Estados Unidos de ese escenario.

En este contexto, la llegada de Trump  significó un reconocimiento tácito al régimen de Asad y la concentración de los esfuerzos militares de Estados Unidos en combatir al Estado Islámico, pero entonces ocurre este evento del uso –reiterado – de armas químicas por parte del régimen sirio en contra de la población civil. Recordemos que ya en 2013 Asad recurrió a este mismo  expediente, que el Presidente Obama habló de una línea roja que había sido transgredida e impulsó una operación militar que finalmente nunca se concretó por falta de apoyo interno, de sus aliados y porque Putin argumentó que él podía presionar al régimen sirio para que destruyera sus arsenales químicos. La evidencia es que ese arsenal no fue destruido en su totalidad. La decisión de Trump de  bombardear [1] Siria  mediante misiles de crucero  se produce tras la imposibilidad de alcanzar una resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU por el veto de Rusia, dicho de otro modo, Trump asume que si la ONU no tiene capacidad  de incidir en este evento, su Gobierno si lo puede (o lo debe) hacer,  reeditando en un contexto muy distinto al de la Guerra Fría la Doctrina Truman: Estados Unidos debe desempeñar un rol de policía en el sistema internacional.

La operación militar tuvo un carácter muy limitado, casi quirúrgico: solo se atacó la base aérea desde donde hipotéticamente se originó el ataque con gas sarín; pero evidentemente hay por lo menos tres preguntas: La primera es sobre los objetivos de la operación, la segunda es sobre si esto representa nuevas definiciones de agenda en política exterior y la tercera obviamente es sobre sus efectos, en particular respecto de la relación con Rusia.

Algunas repuestas muy hipotéticas: La primera, me parece obvia, es una señal: Estados Unidos no se ha retirado del sistema internacional y está dispuesto a hacer sentir su rol de potencia global frente a terceros (hostiles o no), pero la decisión es tanto respecto del régimen de Asad : traspasó normas del sistema internacional ( la prohibición del uso de armas químicas) como respecto de Rusia: hubo un compromiso que no se cumplió (la destrucción de ese arsenal químico), finalmente, el problema de Siria no es solo el ISI/Daesh , sino – de nuevo – el régimen  de Bashar al Asad. ¿ Representa una reorientación de la política exterior de USA?. Es prematuro decirlo, pero evidentemente  esto marca un cambio  respecto del gobierno ruso, un cambio “oportuno”, que le permite a Trump sacudirse del cuestionamiento en Estados Unidos respecto de las poco transparentes relaciones de su gobierno (o de algunos de sus altos funcionarios) con el Gobierno de Putin y del rol de este en la última campaña presidencial.

¿Cuáles son las  consecuencias  y/o escenarios posibles? Aparentemente no hubo víctimas rusas en el ataque ni se vieron afectados de manera directa objetivos militares rusos, por tanto no es razonable que haya algo así como “represalias” rusas, pero   es evidente que esta acción vuelve a tensionar las relaciones entre ambos gobiernos, vuelve a poner a Estados Unidos como un actor relevante en el complejo conflicto de Siria y además, vuelve a tensionar las relaciones con Irán y posiblemente, también con China. Tenemos una noticia en desarrollo  cuyos efectos aun  no podemos mensurar, pero que no debiera hacernos perder de vista tampoco un problema central: finalmente las víctimas de la guerra son los hombres mujeres y niños de la sociedad civil en Siria.

[1]  El mensaje de Trump para explicar su decisión, en su parte medula señala lo siguiente “… Usando gas sarín, Assad arrebató la vida de hombres, mujeres y niños indefensos. Para muchos fue una muerte lenta y brutal. Incluso tiernos bebés fueron asesinados cruelmente con este ataque bárbaro. Ningún hijo del Señor debería jamás sufrir ese espanto… Esta noche ordené lanzar un bombardeo contra la base aérea desde la cual partió ese ataque. Esto responde a los intereses vitales de la seguridad nacional de Estados Unidos, que debe prevenir y detener el uso de armas químicas letales… No puede haber controversia sobre el hecho de que Siria utilizó armas químicas prohibidas, violó sus compromisos ante la Convención contra Armas Químicas e ignoró las advertencias del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas… Los intentos en el pasado para cambiar el comportamiento de Assad han fracasado, y han fracasado de manera dramática. Resultado de ello, la crisis de los refugiados sigue profundizándose y la región sigue en proceso de desestabilización, lo que amenaza a Estados Unidos y a sus aliados”.http://www.lanacion.com.ar/2006138-que-dijo-donald-trump-sobre-el-ataque-a-siria

 

Eduardo Araya L.

Profesor, Instituto de Historia, PUCV;

Prof. Magíster en RRII, CEAL/PUCV

Socio del Foro de Altos Estudios Sociales Valparaíso

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