El drama de Gaza y el conflicto de Palestina

En lo inmediato, el Primer Ministro Netanyahu sólo ha tenido que lidiar con las familias de los secuestrados que sienten, con razón, que la operación militar de Israel en Gaza progresivamente reduce la posibilidad de recuperar con vida a sus familiares, pero en algún momento, la sociedad civil le pedirá cuentas al Gobierno por su responsabilidad en el más dramático fracaso de seguridad en su historia. Tampoco es improbable que la conjunción entre la magnitud del problema humanitario en Gaza y el creciente aislamiento internacional de Israel profundice el rechazo a la coalición de Gobierno y que eso posibilite un cambio político. En el intertanto, el número de muertos crece y el drama humanitario para la población civil de Gaza se profundiza.

El pasado 7 de octubre un grupo indeterminado de militantes de Hamas (que las autoridades israelíes estimaron en alrededor de 2.500), de manera absolutamente sorpresiva irrumpieron en territorio del sur de Israel aledaño a la Franja de Gaza. Según las autoridades israelíes, asesinaron a 1400 personas, incluyendo mujeres y niños. Secuestraron además a 241 rehenes. El ataque terrorista fue devastador. Fuera del número de muertos, 5.400 israelíes resultaron heridos. En todas las guerras que Israel ha librado desde 1948, nunca una operación terrorista o militar -ni siquiera en la Guerra de 1973, que se llegó a desarrollar en territorio israelí- significó un número tan alto de civiles muertos en un período tan corto de tiempo. Por lo mismo, fue devastador para el orgullo militar de Israel y para el Gobierno de Netanyahu. En el curso de un mes, como consecuencia de la reacción militar de Israel, el conflicto ha significado más de 10.000 civiles palestinos muertos en la Franja de Gaza, entre estos 4.237 niños[1]. Para una estimación de lo que esa cifra significa, es mayor que el número de civiles muertos en Ucrania en todo un año de guerra. Los bombardeos de Israel en Gaza, una zona de 365 km2 densamente poblada, obligó a que el 70% de su población (más o menos 1,5 millón de personas) fuese desplazada forzosamente hacia el sur. Como también sabemos la operación militar de Israel, cuyo objetivo es la destrucción del aparato militar de Hamas, también han destruido buena parte de la infraestructura sanitaria de la Franja. Lo que aún no ha sido destruido, tampoco funciona por falta de energía, combustible y agua. Se podrían agregar más datos y cifras, pero no modifican el horror del drama humanitario. En este texto, tratamos de explicar lo sucedido desde una retrospectiva y desde sus efectos en el contexto internacional.

Israel, los países árabes y el contexto internacional

Cuando un acuerdo de la ONU definió la partición de Palestina en 1948, hasta ese entonces bajo un mandato británico, la Franja de Gaza era un territorio bajo control de Egipto. En el esfuerzo de los países árabes por expulsar a los israelíes de Palestina, Gaza sirvió regularmente para que grupos terroristas (Fedayines) atacaran a los colonos judíos. La Franja fue ocupada por las fuerzas israelíes durante la crisis de Suez en 1956, aunque no de manera permanente. Gaza nuevamente fue ocupada durante la Guerra de los Seis Días (1967) junto a la totalidad de la península del Sinaí, Jerusalén, Cisjordania, y las Alturas del Golán. Los acuerdos de Camp David (1979), con la mediación de Estados Unidos, resolvieron la paz entre ambos Estados y le permitió a Egipto recuperar la península del Sinaí, pero la Franja de Gaza quedó en poder de Israel.

La definición de las fronteras y el tema de los palestinos desplazados ha estado, desde 1949, presente tanto en el conflicto entre Israel con los países árabes como entre Israel y los palestinos. Respecto del tema las fronteras, desde el armisticio de 1949 Israel se ha negado a definir cuáles son sus fronteras definitivas, argumentando sobre el derecho a garantizar su seguridad y aunque con el tiempo llegó a acuerdos de paz con Egipto y Jordania, el tema de la ocupación de las estratégicas Alturas del Golán pertenecientes a Siria nunca ha sido resuelto, como tampoco el tema del territorio propiamente palestino en Cisjordania, que con la multiplicación de los asentamientos de colonos israelíes, se ha ido reduciendo progresivamente en el tiempo. El tema de los refugiados (la Nakba de los palestinos) tuvo dos momentos, el primero en 1948, cuando cerca de 750.000 palestinos fueron expulsadas de sus asentamientos y posteriormente en 1967 cuando otros 300.000 fueron expulsadas de Cisjordania. Desde 1948 existe sobre fronteras y refugiados una extensa serie de resoluciones de la ONU que han sido sistemáticamente ignoradas por los sucesivos gobiernos de Israel.[2]

Los conflictos de Palestina nunca han estado aislados de otros conflictos en el Medio Oriente ni tampoco del rol de las grandes potencias en la región. La creación del Estado de Israel no fue un conflicto de la Guerra Fría (fue apoyado tanto por Estados Unidos como por la URSS), pero fue un factor para que el Medio Oriente se transformara en un escenario más de la Guerra Fría. El líder egipcio Gamal Abdel Nasser, enfrentado a Francia y Gran Bretaña, buscó y consiguió el apoyo soviético, quienes le proporcionaron créditos y armas, tendencia que siguieron también otros líderes árabes. No obstante, la estrecha vinculación entre Estados Unidos e Israel solo se inició con posterioridad a la Guerra de 1967. Israel vivió tres guerras con sus vecinos árabes. La primera fue por la creación del Estado de Israel (1948) en donde el objetivo declarado de los árabes fue expulsar a los judíos al mar. En 1967, tras la expulsión de los observadores de la ONU, el desplazamiento al Sinaí del ejército egipcio y el bloqueo del puerto de Akaba, en una guerra preventiva, Israel derrotó sucesivamente a Egipto, Jordania y Siria, ampliando su territorio a las alturas de Golán, Jerusalén, Cisjordania y la península del Sinaí. En 1973 (Yom Kipur) Egipto y Siria atacaron a Israel y aunque las fuerzas egipcias sorprendieron a Israel y tuvieron un éxito inicial, finalmente fueron derrotadas. Esta derrota condujo finalmente al Acuerdo de Paz entre Egipto e Israel y representó el fin de las guerras de países árabes en contra de Israel, aunque de una manera indirecta, Israel y Siria siguieron enfrentándose en El Líbano[3].

Estados Unidos fue decisivo tanto en la victoria israelí en la Guerra del Yom Kipur (1973) como en el armisticio posterior y los acuerdos de paz (1979). Posteriormente, la mediación del Pdte. Clinton fue fundamental para el proceso de paz que lamentablemente no llegó a concretarse (Camp David II). El apoyo de Estados Unidos a Israel, por los condicionantes externos e internos en la agenda de un país con intereses globales, ha tenido fluctuaciones en el tiempo. Durante las presidencias de ambos presidentes Bush, y durante Obama, por múltiples razones la relación entre esos gobiernos y los gobiernos israelíes fue más distante, pero el Lobby israelí en USA siempre pesa en la política interna[4] y la ayuda (financiera y militar) nunca ha dejado de fluir. La ayuda total estadounidense a Israel de 1946 a 2022 ascendió a 243.900 millones de dólares. Desde 1951 a 2022 Israel recibió 225.200 millones de dólares en ayuda militar. Desde el 2000, más del 86% de la ayuda anual estadounidense a Israel financia el ámbito militar. En 2022, Estados Unidos comprometió más de 3.300 millones de dólares en asistencia extranjera a Israel. De ellos 8,8 millones de dólares se destinaron a la economía del país pero el 99,7% se destinó al Ejército israelí. La actual ayuda militar a Israel es parte del Memorando de Entendimiento firmado por Obama en 2016, que abarca el periodo 2019-2028, con un monto de 38.000 millones de dólares.[5]

Israel y los palestinos

Aunque en 1964 la Liga Árabe promovió la creación de la OLP como organización de los Palestinos, fue Nasser quien hasta 1967, en su discurso panarabista, habló por los Palestinos. Solo la derrota de Egipto y la desaparición del carismático líder egipcio, le dio una voz propia a la OLP a través de Yasser Arafat, quien siempre sostuvo la tesis de una estrategia vietnamita, es decir luchar (en este caso, con recurso al terrorismo) y negociar simultáneamente. Además, se esforzó siempre por mantener una autonomía (relativa) respecto de los gobiernos árabes[6], pero la OLP siempre fue una suerte de “paraguas” de un conjunto más o menos autónomos de diversos grupos, como Fatah (que había sido creada por Arafat en 1954) o el Frente para la Liberación Popular de Palestina que desarrollaban sus propias redes en el Mundo Árabe, y si hay algo que ha debilitado a los palestinos casi de manera endémica, son los conflictos entre facciones que además regularmente han estado asociadas a las tensiones (políticas o sectarias) entre sus diversos patrocinadores musulmanes.

Fatah se instaló en Gaza en 1960 para iniciar operaciones paramilitares en contra de Israel. Tras la guerra de 1967, Fatah se trasladó a Jordania desde donde comenzó a lanzar sus ataques contra Israel. En 1968 Arafat pasó a presidir la OLP. En 1970 Fatah inició un conflicto armado en contra de la Monarquía Hachemita de Jordania, pero el Ejército jordano los derrotó y la OLP debió retirarse hacia el Líbano. Allí ya residía una buena parte de los palestinos expulsados entre 1948 y 1967, pero la presencia del aparato militar de la OLP que organizaba ahora desde allí sus ataques a Israel, causo un profundo desequilibrio en una sociedad históricamente estable pero muy fragmentaria lo cual dio lugar a una larga guerra civil (entre el aparato militar de la OLP y Milicias Cristianas) que obviamente involucró también a Israel y Siria. Finalmente, una invasión israelí (1982) logró expulsar a la OLP y su aparato militar desde El Líbano (operación que no solo concluyó con la expulsión de la OLP sino con una masacre de palestinos en los Campos de refugiados de Sabra y Shatila, perpetrada por milicias cristianas-maronitas, pero con la tolerancia del comandante de las fuerzas israelíes, Ariel Sharon, quien posteriormente también se convertiría en primer ministro). La derrota militar en el Líbano debilitó a la OLP, la obligó a buscar refugio en Túnez y también profundizó sus conflictos internos. En 2006 Israel volvió a invadir El Líbano, esta vez para intentar destruir el aparato militar de Hezbolah. La operación militar duró 33 días, pero finalmente resultó un fracaso[7].

La primera Intifada (1987-88), fue un alzamiento palestino de base popular de las comunidades palestinas en Cisjordania que sorprendió tanto a los israelíes como al liderazgo de la OLP. En ese contexto, Arafat, que siempre fue más sensible a las necesidades de su propio liderazgo que a las tendencias de los palestinos en Gaza, se allanó a negociar y por primera vez (1988) reconoció por primera vez la existencia del Estado de Israel, decisión que posibilitó los Acuerdos de Oslo, proceso que hubiese abierto la posibilidad de un acuerdo sobre la base del reconocimiento israelí de un Estado Palestino (de hecho posibilitó el reconocimiento israelí de la existencia de la Autoridad Nacional Palestina como órgano de gobierno de los territorios palestinos de la Cisjordania y la Franja de Gaza, aunque en la práctica la autonomía de esos territorios solo se inició en 1999), pero el asesinato del Primer Ministro Itzak Rabin, por parte de un terrorista judío, tanto como el debilitamiento electoral de la coalición liderada por el Partido Laborista, bloqueó ese avance y el Gobierno de centro –izquierda fue reemplazado por un Gobierno de derecha liderado por Benjamín Netanyahu.

Tras el fin de la Guerra Fría y la consiguiente pérdida de influencia rusa en el Medio Oriente, las partes retomaron negociaciones en un contexto distinto. En 1991 se produjo la invasión de Irak a Kuwait que concluyó con la intervención militar de una coalición de países occidentales y árabes legitimada por un mandato de la ONU. Israel sufrió ataques de Irak con misiles SCUD, pero para mantener la coalición, Israel no respondió y la guerra culminó de manera exitosa. Para la OLP en cambio fue una derrota: en una de las peores decisiones de su larga carrera política, Arafat apoyó a Sadam Hussein, con lo cual perdió mucho apoyo entre sus sostenedores árabes. En 1999 los Laboristas, que habían vuelto al Gobierno liderados por Ehud Barak, en la línea de los Acuerdos de Oslo, permitió que se desarrollaran, con la intermediación del Gobierno de Bill Clinton, las negociaciones que deberían haber culminado en los acuerdos de Camp David II. El Gobierno de Barak estuvo disponible para entregar a la OLP reconvertida en Autoridad Nacional Palestina el 83% de los territorios de la Cisjordania, flexibilizar muchas exigencias de seguridad para los asentamientos israelíes y aceptar la división política de Jerusalén a partir de las zonas constituidas por barrios judíos, cristianos y musulmanes. Fue el mayor esfuerzo israelí por alcanzar un acuerdo de paz duradero por parte de un Gobierno de Israel, pero fracasó por la intransigencia de Arafat respecto del tema de los refugiados y el control de Jerusalén.

A Ehud Barak le sucedió Ariel Sharon en el Gobierno, (2000) quien gobernó por dos mandatos sucesivos. Sharon, el mismo quien dirigió las operaciones militares en el Líbano contra la OLP, con fama de Halcón dentro de un gobierno conservador, fue el responsable de la retirada israelí de la Franja de Gaza (2005), que no fue una decisión simple. Sharon usó al Ejército para erradicar por la fuerza a las colonias judías que se habían establecido en la zona y aunque siempre existió algún tipo de conversaciones (La Hoja de Ruta) en aras de lograr una paz duradera en Palestina, estas tuvieron más una dimensión retórica que política. El Gobierno de Bush, concentrado en la Guerra contra el Terrorismo cuyos escenarios fundamentales fueron Afganistán e Irak y, además, teniendo en mente el fracaso de Camp David II, se desentendió de la situación de Palestina. Obama, por su parte, limitado por los esfuerzos de recomponer la imagen de Estados Unidos tras la administración Bush respecto de sus aliados (europeos y árabes) y enfrentado además a la crisis de Siria tampoco dispuso ni de energía ni de capital político para promover un esfuerzo de paz serio en Palestina. Su sucesor, Trump, tampoco tuvo ninguna iniciativa, salvo expresar su apoyo a Israel y promover acuerdos con países árabes como Arabia Saudita o los Emiratos. El gesto simbólico de trasladar la Embajada de USA a Jerusalén cerró toda posibilidad de un diálogo constructivo con la ANP y el portazo de la ANP se tradujo además en el fin de la ayuda humanitaria del Gobierno de Estados Unidos a los palestinos.

En la práctica, desde los gobiernos de Ariel Sharon en adelante, Israel ha estado libre de presiones de parte de USA y en general de la comunidad internacional para profundizar sus políticas de ampliación de asentamientos en Cisjordania, reduciendo progresivamente los territorios de las comunidades palestinas, desarrollando una política de aislamiento (muros y carreteras que los palestinos no pueden ocupar) y manteniendo una política de apartheid. [8]

Hamas, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) e Israel

Hamas , que literalmente significa “Fervor” y que es la sigla de Movimiento de Resistencia Islámica, surgió en 1987 al calor de la Intifada, pero sus antecedentes se remontan a 1973 cuando en la Franja aparecieron grupos vinculados a los Hermanos Musulmanes de Egipto (fundado en 1928) , expresión del radicalismo religioso sunita, opuestos al tipo de gobiernos Baasistas como los de Siria y Egipto, que desarrollaron tempranamente redes de asistencia social y educacional como una forma de captar adherentes y militantes. Hamas en realidad es una sigla que da cobertura a grupos variados, algunos de los cuales constituyen su aparato militar y otros solo operan en el ámbito social o político. Cuando se creó, Hamas no tenía aun la definición como organización Yihadista y tal vez eso permite entender que los Servicios Secretos de Israel apoyaran a Hamas para debilitar la autoridad de Arafat y la OLP. Como también ocurrió con el apoyo de USA a los Talibanes en Afganistán en su lucha contra la ocupación soviética, esta política de Israel terminó generando un verdadero Frankenstein.

Desde su fundación oficial en 1987 Hamas se proclama como una organización política y paramilitar, nacionalista e islamista cuyo objetivo es la creación de un Estado islámico en todo el territorio histórico de Palestina, conforme a las fronteras de 1967 con Jerusalén como capital. Dado el radicalismo islámico que profesa Hamas, a pesar de que haya participado en elecciones, nadie podría sostener que representa algún tipo de opción realmente democrática para los palestinos; tampoco que represente a todos los habitantes de Gaza. Los valores que promueve Hamas no solo son distantes, sino antagónicos respecto de la modernidad occidental, por tanto, Hamas no solo representa un problema por sus prácticas terroristas, también es un problema para los gobiernos árabes pro-occidentales de la Región por el tipo de sociedad que promueve, dato que a veces se ve difuminado en las izquierdas occidentales que ven en Hamas solo una heroica resistencia ante la opresión israelí.

En las elecciones generales palestinas del 2006, la Lista de Hamás (Cambio y Reforma) obtuvo la mayoría absoluta en Gaza y tras una serie de conflictos con Fatah (que controlaba los territorios palestinos en Cisjordania), el aparato militar de Hamas expulsó a Fatah de Gaza. Solo en 2017, con la mediación de Egipto se llegó a un Gobierno Palestino de Unidad Nacional. La relación de Fatah con sus vecinos árabes siempre ha sido tensa y compleja. El islamismo radical es un problema que Egipto ha sufrido desde hace muchos años y, por consiguiente, ese es un espacio de cooperación con Israel. Por la misma razón, Gaza ha estado no solamente aislada por Israel sino también por Egipto. Pero en las endémicas fragmentaciones político-religiosas del Medio Oriente, Hamas siempre ha logrado tener aliados. En una muestra de una política exterior pragmática, Irán, a pesar de las diferencias religiosas, se convirtió en el principal apoyo de Hamas. Esto ocurrió en el contexto del Plan de Paz mediado por Estados Unidos que llevó a que Irán abandonara su política pro-chiita para impedir el avance de ese proceso en un acuerdo formal en 1992. El reconocimiento del Estado de Israel por parte de la OLP-ANP, desde la perspectiva de estos actores, los privaba del derecho a representar al pueblo palestino. Irán puso los recursos financieros como para sostener a Hamas, y la Yihad, en forma de atentados terroristas, fue la respuesta de Hamas a los Acuerdos de Oslo. La retirada israelí de Gaza en 2005 fue leída por Hamas y los iraníes como evidencia de que su estrategia era la correcta y como derivación también se fortaleció la cooperación entre Hamas y Hezbolah, el partido-militar chiita en el Líbano, que paulatinamente fue constituyendo allí una suerte de Estado dentro del Estado. A pesar de los estrechos vínculos entre Irán y Hamás, hasta aquí no hay evidencia de la participación iraní en la planificación o desarrollo de los atentados de octubre y tampoco de Hezbolah, que hasta la fecha no ha intervenido en el conflicto

Desde el retiro de Israel desde la Franja (2005) solo han existido precarios períodos de tregua, pero en realidad nunca ha existido una situación de paz. Tras la victoria electoral de Hamas, Israel impuso un bloqueo (2006) a lo cual Hamas respondió con recurrentes lanzamientos de cohetes desde la Franja. En noviembre de 2008, como consecuencia de un ataque de Hamas a una patrulla israelí, las fuerzas armadas de Israel (IDF) invadieron Gaza (Operación Plomo Fundido) ocasionando la muerte de 1400 palestinos y 13 israelíes. En 2012 se produjo una situación similar (Operación Pilar Defensivo) aunque de menor intensidad. Israel justifica sus acciones por el lanzamiento de cohetes hacia territorio israelí y Hamas justifica sus acciones por el bloqueo a Gaza, pero a su vez, la oportunidad de las acciones de Israel tiene componentes de política interna (elecciones) o de política internacional, particularmente en su relación con Estados Unidos. Las operaciones militares siempre culminaron con algún tipo de mediación conjunta de Estados Unidos y Egipto.

La operación terrorista de octubre de Hamas fue una sorpresa para Israel, aunque ahora sabemos que hubo antecedentes que no fueron valorados por la convicción israelí, como que el complejo de sistema de alarma y seguridad que rodean Gaza eran impenetrables (lo cual recuerda un tanto al infundado orgullo francés respecto de la línea Maginot). La lectura israelí era que los problemas militares tenían que ver con su frontera norte (Hezbolá) y que Hamas ya no era un problema militar porque los habitantes de Gaza estaban principalmente preocupados por conseguir permisos de trabajo en Israel.

Cuando se produjo el largamente preparado ataque, precedido por una lluvia de cohetes sobre blancos civiles como maniobra distractora, posiblemente los militantes de Hamas se sorprendieron de la relativa facilidad con la que traspasaron las defensas israelíes y sobre el resultado de esta sanguinaria operación ya podemos obviar los escalofriantes detalles numéricos. La pregunta relevante es cuáles eran los objetivos de Hamas, sabiendo también que debían calcular lo que sería la reacción israelí. De hecho, durante la segunda Intifada (2000-2005), cuando los ataques suicidas de Hamas causaron cerca de 600 víctimas israelíes, su resultado fue el triunfo electoral abrumador para la derecha y la extrema derecha israelí, lo cual sepultó el proceso de paz.

Por cierto, no puede obviarse la dimensión religiosa del martirio para el radicalismo islámico y Hamás es una organización radical, pero se pueden considerar al menos otros tres objetivos de naturaleza política. 1) Sacar del abandono de años (de parte de árabes y occidentales) la causa palestina, particularmente de cara al islamismo en el mundo; aunque en este sentido y a pesar de la propaganda israelí, por su nacionalismo palestino, Hamas es un grupo muy diferente al Estado Islámico (ISIS o Daesh). En esta misma lógica, otro objetivo fue minar la ya debilitada legitimidad de la ANP como representación de los palestinos, también desgastada por casos de corrupción. Estos, posiblemente, eran los objetivos centrales. 2) También está el tema de los rehenes. Cuando en junio del 2006 Hamás secuestró un soldado israelí, obtuvo a cambio la liberación de cientos de prisioneros palestinos. Como sabemos, en esta oportunidad fueron cerca de 241 rehenes y en esta oportunidad, la presión de la sociedad civil logró que el Gobierno de Netanyahu aceptara el canje de tres presos palestinos por cada rehén, pero nuevamente las acciones terroristas de Hamas, en este caso en Cisjordania, bloquearon el avance de ese proceso, aunque como suele ocurrir, en este tipo de procesos las responsabilidades son ampliamente compartidas. Desde octubre a la fecha 250 palestinos de Cisjordania han sido asesinados por civiles o por fuerzas armadas israelíes[9]. 3) También se puede incluir como objetivo bloquear la concreción del acuerdo diplomático entre Israel y Arabia Saudí, al cual se sumaría Bahréin y los Emiratos (Acuerdos de Abraham).

La respuesta de Israel al ataque no se hizo esperar. La Operación Espadas de Hierro se inició el mismo 7 de octubre con intensos ataques aéreos, pero las operaciones terrestres tardaron algunas semanas. Israel exigió el retiro de la población civil de Gaza hacia el sur y sus tropas segmentaron las zonas de operaciones, sabiendo que se enfrentarían a una desgastante guerra de urbana en donde la superioridad militar de Israel sería menos efectiva y en donde paralelamente deberían intentar al menos recuperar rehenes. Pero la guerra no solo tiene dimensiones militares: Hamas parece haber apostado correctamente a que los daños colaterales sobre la población civil (es un eufemismo) tendrían un efecto sobre la dimensión cognitiva de la guerra[10] (es decir, psicológica -comunicacional, más allá de la dimensión física de la guerra ), que cambiaría la percepción del conflicto en la opinión pública internacional y posiblemente incluso en el propio Israel en favor de la causa palestina y eso es lo que ahora está ocurriendo.

La reacción de Israel y sus derivaciones internacionales

La reacción inicial del Gobierno de Biden, como era de esperar, fue un alineamiento automático con el Gobierno de Netanyahu, pero con el paso de los días, han aparecido grietas tanto en el Gobierno norteamericano como en su relación con Netanyahu. En primer lugar, no se puede perder de vista que Estados Unidos es una potencia con intereses globales y que aun cuando la estabilidad en el Medio Oriente es relevante por la multiplicidad de focos de tensión[11], en su agenda hay otros intereses más relevantes: en primer lugar China y en segundo lugar Rusia , es decir, la guerra de Ucrania que ya va a cumplir dos años, en la que lo único evidente es su estancamiento y en donde el apoyo occidental ya muestra signos de fatiga.[12] El actual conflicto en Palestina es, por consiguiente, una piedra en el zapato para Estados Unidos que, idealmente, debiera tener algún mecanismo para bajar el nivel de tensión (que se extiende a la relación con sus aliados árabes), toda vez que una solución al fondo del problema parece imposible aun en el mediano plazo, pero en esto choca con las intenciones del Gobierno de Netanyahu en dos puntos centrales: la situación en Gaza y el futuro de Cisjordania, pero hay además otro aspecto que es necesario considerar y es que la política exterior de USA también depende de su situación interna y en este sentido, es evidente que la posición de Biden y de los Demócratas es hoy de una relativa debilidad, no solo, pero particularmente de cara a las próximas elecciones[13]. Netanyahu ha resistido la presión del Gobierno de Biden y aunque es evidente que Estados Unidos tiene la capacidad de presionar más a Israel, no ha tenido la voluntad de hacerlo. [14]

Respecto de Gaza, Netanyahu ha declarado que las fuerzas israelíes permanecerán allí por largo tiempo. Otros miembros de su gobierno han sostenido que es necesario expulsar a los gazatíes hacia la península del Sinaí (a lo cual Egipto naturalmente se opone por todos los costos que eso implica), pero en rigor, para el Gobierno de Israel, el tema se agota en su agenda de seguridad, es decir, no hay una alternativa política respecto del futuro de Gaza y ese es el punto de discordia con la diplomacia norteamericana, obviamente mucho más sensible al tema de la estabilidad regional. Respecto de Cisjordania, el Gobierno de Biden ha vuelto a retomar la agenda de dos Estados, a lo cual Netahyahu se opone, pero en donde hay otros dos problemas: la frágil situación de la ANP, que no desea volver a Gaza como una especie de gobierno títere de los interese israelíes y los problemas de desprestigio de la ANP en las comunidades palestinas. El segundo aspecto es que los asentamientos israelíes ya ocupan el 45 % de Cisjordania y los territorios bajo la autoridad de la ANP son una suerte de archipiélago en donde es ilusorio trazar alguna frontera que realmente tenga sentido. Dicha frontera existe obviamente, pero solo para resolver la seguridad de Israel, no para hacer viable un Estado Palestino. Por otra parte, dos millones de árabes viven en Israel y 700.000 colonos judíos viven en Palestina y para muchos jóvenes palestinos, la solución ya no es la tesis de dos Estados, sino un único Estado en donde los árabes/palestinos tengan igualdad de derechos, alternativa que hoy es igualmente utópica porque Israel mantiene un régimen de Apartheid respecto de las comunidades palestinas

La situación de Palestina para la UE ha sido otra muestra más de sus limitaciones para actuar en el sistema internacional. Las principales autoridades de la UE viajaron rápidamente a Israel para expresar su apoyo y solidaridad, pero cuando la desmesura de la reacción israelí con relación a la población civil de Gaza se hizo evidente, aparecieron diferencias que en algunos casos podrían ser sustantivas, como por ejemplo la continuidad de la ayuda humanitaria a los palestinos y en otros podría ser más bien del lenguaje para referirse a las evidentes violaciones del Derecho Humanitario por parte de Israel. El problema es siempre el tema del antisemitismo, argumento que suele ser esgrimido de manera casi automática por Israel con relación a quienes critican sus acciones respecto de Palestina; el otro argumento recursivo es el supuesto de que estas críticas implican homologar o desconocer el carácter terrorista de Hamas y sus acciones. El caso más evidente al respecto es el impasse diplomático entre el Gobierno español y el gobierno de Netanyahu.[15]

Por otra parte, el apoyo internacional a Israel se ha debilitado progresivamente. El 12 de diciembre la Asamblea General de la ONU aprobó una resolución – no vinculante – exigiendo a Israel un alto al fuego en Gaza. 153 países votaron a favor, solo hubo 10 votos en contra y 23 abstenciones pero al Gobierno de Netanyahu parece no importarle [16], aunque el problema no solo es diplomático, también es militar. Tempranamente, el 2 de diciembre, el Secretario de Defensa de USA, Lloyd Austin, advirtió a Israel el riesgo de que una victoria táctica se transformara en una derrota estratégica.

En su discurso, Austin dijo lo siguiente: “aprendí un par de cosas sobre la guerra urbana cuando luché en Irak y dirigí la campaña para derrotar al ISIS. Al igual que Hamás, el ISIS estaba profundamente arraigado en las zonas urbanas… La lección no es que se puede ganar en la guerra urbana protegiendo a los civiles. La lección es que solo se puede ganar en la guerra urbana protegiendo a los civiles. En este tipo de lucha, el centro de gravedad es la población civil. Y si los echas en brazos del enemigo, sustituyes una victoria táctica por una derrota estratégica”[17]

La destrucción causada por los bombardeos israelíes en Gaza es solo comparable a la destrucción de las ciudades alemanas hacia fines de la II Guerra Mundial y la acción militar de Israel está sembrando en la sociedad palestina miles y miles de semillas para la futura recomposición de las filas de Hamás que hoy trata de aniquilar, posiblemente con anhelos de venganza mayores que en décadas a la vista de la brutalidad de la respuesta a los ataques del 7 de octubre. Esta situación, además, refuerza a Hamás frente a Fatah como referente político nacional para los palestinos, con una dinámica que favorece una mirada sobre la Autoridad Palestina como institución inútil y subyugada. Existe también la posibilidad de que el rechazo a masividad de las violaciones al Derecho Humanitario genere finalmente suficiente presión como para que la política internacional se tome en serio la tarea de promover finalmente el establecimiento de un Estado palestino viable como solución para destrabar este conflicto (aunque eso sea inviable en tanto no se produzcan cambios también en la política de Israel, la evidencia histórica es que esta ha cambiado y puede por tanto volver a cambiar).

Israel ha tratado de impedir ese resultado por décadas, con un amplio apoyo social mucho más allá de Netanyahu y sus socios ultra de la actual coalición porque, como señala el Ex Canciller Shlomo Ben Ami, para la actual sociedad israelí, distinta a aquella que formó el Estado de Israel en 1948, el tema no es solo la seguridad, sino también la tierra y una cuestión identitaria.[18] Para los grupos más conservadores Gaza es un problema de seguridad, no de tierras, pero Judea y Samaria, es decir, Cisjordania es Eretz Israel, la tierra prometida. Hasta ahora, como consecuencia del ataque, la sociedad israelí mantiene un alto grado de cohesión, pero es un error pensar que necesariamente esa cohesión se mantenga incólume en el tiempo porque Israel tiene fragmentaciones importantes. El Estado de Israel y su sociedad civil fue construida por una generación de inspiración secular y colectivista, cuyo ícono era el Kibutz. Como consecuencia de los cambios globales de los 90s la economía de Israel se transformó y esa visión original mutó a una sociedad heterogénea en donde conviven grupos culturalmente liberales y cosmopolitas junto a grupos ultraortodoxos y ultranacionalistas que llegaron masivamente a Israel tras el fin de los socialismos reales. Las diferencias entre estos grupos se transformaron en tensiones con el proyecto de la polémica reforma judicial de Netanyahu. En lo inmediato, el Primer Ministro sólo ha tenido que lidiar con las familias de los secuestrados que sienten, con razón, que la operación militar de Israel en Gaza progresivamente reduce la posibilidad de recuperar con vida a sus familiares, pero en algún momento, la sociedad civil le pedirá cuentas al Gobierno por su responsabilidad en el más dramático fracaso de seguridad en su historia. Tampoco es improbable que la conjunción entre la magnitud del problema humanitario en Gaza y el creciente aislamiento internacional de Israel profundice el rechazo a la coalición de Gobierno y que eso posibilite un cambio político. En el intertanto, el número de muertos crece y el drama humanitario para la población civil de Gaza se profundiza.

[1] Al momento de concluir este texto la cifra de muertos en Gaza la cifra de muertos en Gaza alcanza ya a los 18.500 y la crisis humanitaria se ha acentuado.

https://elpais.com/internacional/2023-12-12/la-presion-de-israel-para-hacinar-a-los-gazaties-en-el-sur-de-la-franja-inquieta-a-egipto.html

[2] La resolución 194 (11 de diciembre de 1948) de la Asamblea General de Naciones Unidas decidió, a consecuencia de la expulsión forzada de centenares de miles de árabes: “que hay lugar para permitir a los refugiados que lo deseen regresar a sus hogares lo más pronto posible y vivir en paz con sus vecinos, y que se deben pagar indemnizaciones a título de compensación por los bienes de aquellos que decidan no regresar a sus hogares y por todos los bienes que hayan sido perdidos o dañado, en virtud de los principios del derecho internacional o en equidad, esta pérdida o este daño debe ser reparado por los gobiernos o autoridades responsables”. La resolución 242 (22.11.67) exige “la retirada del ejército israelí de territorios ocupados durante el reciente conflicto” y el “respeto y reconocimiento de la soberanía y la integridad territorial y la independencia política de cada Estado de la región, y su derecho a vivir en paz en el interior de fronteras reconocidas y seguras, al abrigo de amenazas y actos de fuerza”. https://es.wikipedia.org/wiki/Resoluciones_de_la_ONU_sobre_el_conflicto_%C3%A1rabe-israel%C3%AD#Resoluci%C3%B3n_242

[3] Respecto de las guerras de Israel y el tema de Palestina, la literatura es abundante pero me parece especialmente interesante el libro del historiador, ex embajador y ex ministro de relaciones exteriores de Israel (2000-2001) Shlomo Ben Ami, Cicatrices de guerra, heridas de paz (2005), por cuanto representa una visión particularmente crítica de la política exterior de Israel. Para una visión palestina del conflicto Vid el importante texto de Edward Said La Cuestión Palestina

https://unidaddegenerosgg.edomex.gob.mx/sites/unidaddegenerosgg.edomex.gob.mx/files/files/Biblioteca%202022/G%C3%A9nero,%20Sociedad%20y%20Justicia/GSJ-36%20La%20Cuestion%20Palestina.%20Edward%20W.%20Said.pdf

[4] Véase al respecto la importante publicación de Mearsheimer y Walt El Lobby Israelí y la Política Exterior de Estados Unidos, Harvard, 2006

https://www.academia.edu/23724011/Mearsheimer_Walt_El_Lobby_Israel%C3%AD_y_la_Pol%C3%ADtica_Exterior_Estadounidense

https://www.realinstitutoelcano.org/documento-de-trabajo/el-lobby-israeli-en-washington-y-su-influencia-en-el-estado-de-israel/

[5] Según el Congressional Research Service norteamericano, la ayuda militar estadounidense a Israel ha sido diseñada para mantener la “ventaja militar cualitativa” de Israel sobre los ejércitos de los países de la región. Durante décadas, EE UU ha tomado medidas para mantener dicha ventaja de Israel. Esta estrategia condujo a la aprobación en 2008 de una ley que prohibía las exportaciones de defensa a Oriente Medio que perjudicasen la ventaja militar de Israel. Actualmente casi toda la ayuda de EE UU es asistencia militar. Esta ayuda ha contribuido a hacer de las fuerzas armadas de Israel una de las más sofisticadas del mundohttps://centredelas.org/actualitat/israel-un-pais-militarizado-con-la-ayuda-de-eeuu-y-la-ue/?lang=es

[6] Desde el surgimiento de Nasser como caudillo en los años 50s, los países árabes han estado unidos en contra de Israel, pero divididos por proyectos políticos divergentes. De un lado, el panarabismo impulsado por Nasser que generó regímenes similares en Siria e Irak (posteriormente también Libia )bajo la idea de un movimiento político (Baas o Baath), secular , socialista y aliado de la URSS versus monarquías conservadoras, aliadas de Estados Unidos como las de Jordania, Arabia Saudita y los Emiratos que eran los financistas principales de la OLP. Arafat construyó Fatah y la OLP como una organización secular teniendo como referencia el Movimiento de Liberación Nacional de Argelia, pero por sobre todas las cosas, era un musulmán cuyo referente era el Sultán Saladino, el que expulsó a los Cruzados de Jerusalén. El fracaso de Camp David II se debió en gran parte a su rechazo a la división de la ciudad, dejando solo los barrios musulmanes bajo la autoridad de la ANP Vid. Ben-Ami, S., op. cit., pp. 290-343

[7] Líbano es una compleja sociedad multicultural en donde conviven grupos cristianos católicos, cristianos coptos, musulmanes sunitas, Chiitas ( en diversas versiones ) y Drusos. Por su situación geopolítica aun cuando no ha tenido ningún rol directo en los conflictos entre árabes e israelíes, siempre ha estado tensionado por la tensa relación entre sus vecinos directos, pero también se ha transformado en otro escenario de los conflictos regionales. Vid Sánchez y Rodríguez J.M. El Conflicto del Líbano. Instituto de Estudios Internacionales Francisco de Vitoria, Madrid, 2009

https://core.ac.uk/download/pdf/29404433.pdf

234-Texto del artículo-394-1-10-20211119.pdf

[8] Vid Kopel, Ezequiel: La Tragedia de Jerusalén y el Apartheid Israelí. Nueva Sociedad, Mayo 2021

https://nuso.org/articulo/la-tragedia-de-jerusalen-y-el-apartheid-israeli/

[9] Declaraciones de Josep Borrell, Jefe de la diplomacia de la UE (12.12.23).

https://www.latercera.com/mundo/noticia/jefe-de-la-diplomacia-de-la-ue-compara-destruccion-en-gaza-con-ciudades-alemanas-en-la-ii-guerra-mundial/KFBSNZFGMRCPJE2B5E3Z5M7M7I/

[10] Arteaga , F : La Guerra de Gaza . Operaciones Militares y Daños Colaterales . R. Instituto Elcano , Madrid

https://www.realinstitutoelcano.org/analisis/la-guerra-en-gaza-operaciones-militares-y-danos-colaterales/

[11] Aunque Irán ha permanecido impasible frente al actual conflicto en Gaza, nada garantiza que su brazo armado en el Líbano, Hezbolah dependiendo de la evolución de los acontecimientos, decida intervenir. El Estado Islámico hoy no controla territorios ni en Siria ni en Irak, pero ambos países distan mucho de tener estabilidad política y el radicalismo islámico prolifera sin control en el Sahel, ahora sin la presencia francesa, pero con presencia rusa. Irán no solo opera en el Líbano e influye en Siria, también sostiene a los Hutíes en una larga guerra civil (que data del 2004) entre esta minoría y el Gobierno de Yemen que a su vez es apoyado por Arabia Saudita. En el curso de este conflicto, los Hutíes han lanzado varios ataques con drones en contra de buques “de los aliados de Israel” que navegan en el Mar Rojo, cuya consecuencia más importante ha sido la decisión de muchas empresas navieras de dejar de utilizar esa ruta, con el consiguiente aumento de los costos de transporte.

https://www.infobae.com/estados-unidos/2023/12/16/eeuu-derribo-14-drones-lanzados-por-los-rebeldes-huties-de-yemen-en-el-mar-rojo/

[12] No es solo una situación que afecta al Gobierno de Estados Unidos, también a la UE, en donde el icono del rechazo a gastar más en Ucrania es Victor Orban, el iliberal primer ministro húngaro que ahora puede sumar al recién electo eslovaco Robert Fico. La posición de Orban en contra de Ucrania también es una cuestión utilitaria, es la manera de presionar a la UE para que libere fondos retenidos como consecuencia de su política respecto de los medios de prensa y de la autonomía del poder judicial.

https://elpais.com/internacional/2023-12-11/el-apoyo-de-occidente-a-ucrania-da-muestras-de-desgaste.html

[13] https://elpais.com/internacional/2023-12-06/el-senado-de-ee-uu-bloquea-los-fondos-de-ayuda-para-ucrania-pese-a-los-llamamientos-de-biden.html

[14] Desde este punto de visto, contrasta la retórica con las decisiones: El Gobierno de Beiden vetó una resolución de la ONU relativa a lograr un alto al fuego promovido por el Secretario Gral. de la ONU Antonio Guterres. También, pese a las dificultades de stock de munición de artillería para sostener el esfuerzo de Ucrania, Biden autorizó con cargo extrapresupuestario (es decir, saltándose al Congreso) el envío de este tipo de munición (155mm) a Israel.

https://elpais.com/internacional/2023-12-06/antonio-guterres-invoca-una-herramienta-excepcional-de-la-onu-para-tratar-de-forzar-un-alto-el-fuego-en-gaza.html

[15] Otro tema digno de análisis, pero que excede el margen de este artículo es el efecto de este conflicto en las sociedades civiles y el mundo de los intelectuales en Europa. En donde la crítica al posible “antisemitismo” a veces roza una política de cancelación, como por ejemplo el retiro de distinciones y premios a intelectuales críticos a la política de Netanyahu, como el caso de la escritora judía Masha Geschen en Alemania

https://elpais.com/internacional/2023-12-15/cancelada-en-alemania-la-entrega-de-un-premio-a-una-escritora-judia-por-comparar-gaza-con-un-gueto-nazi.html

[16] El vocero de prensa Eli Cohen declaro que “Israel continuará la guerra contra Hamás con o sin apoyo internacional… el país tiene el corazón desgarrado por las bajas sufridas en Gaza, donde se perdieron a algunos de sus mejores hombres… Un alto el fuego en la actual coyuntura supondría un regalo para la organización terrorista Hamás y les permitiría regresar y amenazar de nuevo a los habitantes de Israel

https://elpais.com/internacional/2023-12-13/israel-asegura-tras-el-voto-de-la-onu-y-las-criticas-de-biden-que-seguira-la-guerra-en-gaza-con-o-sin-apoyo-internacional.html

[17] https://mail.google.com/mail/u/0/#inbox/FMfcgzGwJJTdbVJJkVzLBxXmwZvPCdGX

[18] Ben Ami, S., op. cit.

Eduardo Araya Leüpin

Director General del Observatorio de Historia y Política del Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Socio e integrante del Directorio del Foro de Altos Estudios Sociales Valparaíso

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