Noticias de una guerra lejana (pero no tanto): a un año de la invasión a Ucrania
Hoy se cumple un año de la invasión a Ucrania por parte de la Federación Rusa. La guerra, tal vez por las condiciones propias de nuestro período estival y la coyuntura crítica reciente parece haber quedado fuera de la agenda de los medios en Chile, pero en la revisión de medios internacionales, esta nunca ha desaparecido de los titulares. En el presente artículo queremos hacer una revisión de lo ocurrido desde hace un año, sobre el estado actual y algunas de las proyecciones de este conflicto.
La guerra en retrospectiva
La guerra en realidad no se inició en febrero del año pasado sino en 2014 con la anexión de Crimea por parte de Rusia tras los eventos del Euromaidán y la creciente intervención militar rusa en el Donbás, que derivó en una guerra híbrida que incluía los rasgos propios de guerra civil con los de una intervención militar externa. El inicio de la invasión fue oportunamente previsto e informado por el gobierno estadounidense con la evidencia de la prolongada concentración de tropas rusas en la frontera común y también en la zona fronteriza entre Ucrania y Bielorrusia. La masiva ofensiva rusa se desplegó desde diversos frentes entre la frontera con Bielorrusia por el Norte hasta Crimea por el sur en al menos tres direcciones principales: Kiev, la capital; la región del Donbás; y la costa del Mar de Azov y del Mar Negro. En los dos primeros meses de guerra las fuerzas rusas avanzaron profundamente en territorio ucraniano y la ofensiva pareció imparable. Kiev estuvo a punto de ser capturada y se preveía un pronto colapso de Ucrania. En esos meses la pregunta de los analistas occidentales era cuántas semanas más duraría la guerra y por consiguiente uno de los aspectos más sorprendentes de esta guerra es su prolongación en el tiempo.
Por cierto, la guerra no habría durado lo que dura sin el apoyo de los países de la OTAN y de la UE, pero no es menor la voluntad y la capacidad de los ucranianos y de su liderazgo político de resistir y seguir luchando. El apoyo occidental ha sido básico pero se ha desarrollado de una manera gradual y no exento de tensiones. Al inicio se limitó a sistemas antitanques y antiaéreos (misiles de corto alcance) que fueron básicos para contener la ofensiva rusa en Kiev, posteriormente tanto Estados Unidos como algunos países europeos comenzaron a transferir artillería pesada (cañones de 155 mm y sistemas de cohetes como HIMARS norteamericanos ) que fueron fundamentales para el éxito de las contraofensivas ucranianas de agosto-septiembre en el Donbás (Jarkov-Kupiansk –Izium ) en donde en pocas semanas los ucranianos recuperaron cerca de 2500 km2 de territorio y Kherson en el sur. Curiosamente, avanzar respecto de la transferencia occidental de otro tipo de material como tanques, ha resultado bastante más complejo. En algún momento Alemania pareció ser la piedra de tope respecto de las autorizaciones de transferir tanques Leopard II[1], un modelo que comparten varios países europeos, Canadá y también Chile, pero cuyas transferencias requieren de licencias del país fabricante. El argumento del Gobierno alemán respecto de esta reticencia es que debía avanzarse de manera conjunta, incluyendo también el traspaso de material norteamericano (tanques M1 Abrams[2]). Finalmente (enero-febrero) hubo un acuerdo conjunto para el envío de tanques a Ucrania, pero este dejó en evidencia que pese a las críticas europeas al Gobierno alemán, en varios gobiernos había más retórica que decisión y que finalmente lo que se enviaría en el curso de este año será mucho menos que las dos brigadas (unos 300 tanques) que en algún momento estimó el nuevo ministro de defensa alemán Boris Pistorius[3].
En el intertanto, después de las exitosas contraofensivas de septiembre, los frentes de guerra se han estancado (hecho comprensible también por las condiciones climáticas: el período del barro, con las lluvias de otoños y luego el frío del invierno). La guerra se ha transformado en una guerra de desgaste en que, como en la I Guerra Mundial, se lucha desde trincheras y se gastan ingentes cantidades de munición de artillería. En las últimas semanas los rusos han avanzado penosamente en la zona de Bajmut buscando un triunfo simbólico[4] a costa de sacrificar enormes cantidades de soldados con poca instrucción enviados al frente tras la movilización “parcial” decretada en septiembre (300.000 reservistas). Todo hace prever que los rusos preparan otra gran ofensiva para la próxima primavera, sin embargo, después del fracaso de la ofensiva sobre Kiev los rusos anunciaron también una gran ofensiva sobre el Donbás que fue mucho menor de lo que se podría haber esperado y que tampoco logro objetivos militares importantes. En paralelo, la estrategia rusa, ante la incapacidad de obtener logros en el campo de batalla, se ha concentrado en atacar blancos civiles en las grandes ciudades y en infraestructura crítica (sistemas de generación y distribución de energía eléctrica) utilizando misiles de largo alcance y drones. Sin embargo, pese a sus efectos devastadores en pleno invierno, no ha minado la voluntad de lucha de la sociedad civil ucraniana.
Desde un punto de vista de la tecnología militar, la guerra trasunta muchas paradojas: se siguen empleando tanques con más de 40 años de antigüedad junto al uso intensivo de información satelital y munición guiada de artillería. La gran novedad, posiblemente, es el uso intensivo de drones, un tipo de tecnología que fue fundamental en la victoria de Azerbaiyán en el último conflicto en Nagorno Karabaj. Estos representan una amplia gama -tanto de tipos y funciones como en tecnología-, y suelen usarse de manera combinada, algunos para detectar blancos, otros para atacarlos, normalmente en enjambres para eludir la defensa antiaérea; entre estos últimos están los drones kamikazes, tecnológicamente simples y baratos. Los rusos han usado masivamente drones en contra de blancos civiles, pero paradojalmente han usado masivamente drones de fabricación iraní, lo cual es indicativo de ciertas limitaciones de su industria militar. La paradoja es que Rusia desarrolló una importante modernización de sus FFAA como consecuencia de sus experiencias militares en Chechenia y Osetia-Abjasia. En el 2014 se anunció un nuevo programa de misiles de diverso tipo (Sarmat, Iskander, misiles hipersónicos como los Kinshal y Granit), así como también un nuevo programa de submarinos y armas convencionales, como los nuevos tanques Armata. La guerra en cambio demostró carencias y falencias muy importantes en las FFAA rusas. No solo la enconada resistencia ucraniana explica el fracaso del avance sobre Kiev, también problemas logísticos que han estado presentes durante toda la guerra. La estructura de información, comunicaciones, mando y control ha demostrado mucha ineficiencia en comparación con las fuerzas ucranianas que desde 2014 se adaptaron una estructura más flexible y descentralizada conforme a las estructuras de mando de la OTAN. La evidencia al respecto es variada: Los rusos no tuvieron la capacidad de advertir la preparación de la ofensiva ucraniana en el Donbás. Los reservistas movilizados a mitad de año han debido proveerse individualmente de equipo básico de infantería. Putin ha reemplazado ya dos veces a los mandos rusos en Ucrania y además hay una abierta competencia entre el Ejército y los mercenarios de la Empresa Wagner[5]. El éxito de unos u otros reforzará su propia influencia al interior del régimen de Putin. La superioridad aérea rusa, incontrarrestable en los números, ha tenido un rol muy secundario y hasta irrelevante. La industria militar ha evidenciado que depende aun en demasía de tecnologías occidentales y ha necesitado de Irán para la adquisición masiva de drones[6].
Tal vez lo más destacado desde un punto de vista militar es el rol que ha adquirido la artillería en estas últimas fases de la guerra. A diferencia de la estructura básica de la OTAN centrada en Brigadas, la estructura básica del Ejército Ruso al inicio de la guerra era el Grupo Táctico de Batallón, un conjunto flexible de unidades de diverso tipo (infantería mecanizada, tanques, artillería, cohetes y sistemas antiaéreos) con énfasis en la movilidad y en su poder de fuego que se estructuró sobre dos supuestos: 1) menor disponibilidad de personal para unidades de infantería; y 2) que los combates contra fuerzas convencionales se producirían a mayor distancia. La artillería por tanto prepara el terreno para el ataque de la infantería y tanques y a su vez defiende de la artillería enemiga.
La artillería ucraniana ha sido fundamental en los éxitos militares de septiembre y en la desesperada defensa de Bajmut. Un tiro de cañón de 155 mm alcanza desde 25 y hasta 40 km dependiendo del tipo de munición. En el ejército ucraniano solo un tercio de su artillería (alrededor de 350 cañones) es de procedencia occidental, pero ese tercio logra blancos con mucha más precisión que las piezas de origen ruso que tiene además otros calibres (122 y 152 mm). El problema tanto para rusos como para ucranianos es el ritmo con que consumen munición. En ocho días Ucrania gasta el equivalente a toda la dotación de proyectiles de 155 mm que tiene almacenado el Reino Unido. USA ha proporcionado ya un millón de estos proyectiles y el problema es que los stocks de los países de la OTAN comienzan a quedar vacíos. Esto evidencia los problemas de planificación de la OTAN respecto de los escenarios de guerras futuras[7].
La guerra es la continuación de la política por otros medios (von Clausewitz)
Así como la duración de la guerra es algo que merece ser destacado, hay otros dos aspectos políticos que resultan relevantes: uno es la voluntad rusa de continuar la guerra a todo evento a pesar sus dificultades militares y de los efectos de las sanciones occidentales. Respecto del primer punto, es evidente que las sanciones de Occidente han generado restricciones económicas en Rusia, pero no la han ahogado ni han disminuido la voluntad de seguir en guerra. El reciente discurso de Putin sobre el estado de la Federación es elocuente. Putin, fuera de responsabilizar a Occidente por la guerra, ha dicho que Rusia no puede ser militarmente derrotada y así como en más de una oportunidad ha insinuado la posibilidad de recurrir al uso de armas nucleares, su último gesto en esta línea es el anuncio de la salida del Acuerdo START de limitación de armas nucleares.[8] El discurso de Putin requeriría de un análisis más detallado. Putin señala que su país está en guerra no solo con Ucrania, sino con Occidente, apela a la restauración del orden construido tras la II Guerra Mundial y sostiene que su país está también en una cruzada moral contra los decadentes valores occidentales.
El segundo aspecto es el efecto de la guerra en los países occidentales y la voluntad de seguir apoyando a Ucrania a todo evento. Este punto es particularmente relevante para los países europeos cuyas elites, a pesar de los costos económicos y sociales de la guerra se han mantenido férreamente unidos… hasta ahora. La reciente visita del presidente Joe Biden a Kiev y Varsovia[9] es tal vez el más importante símbolo de aquello por el momento en que ocurre. Un último aspecto -que es una derivación obvia de los anteriores-, es que no hay visos de una posible solución negociada, y es que las guerras suelen terminar más por victorias y derrotas que por negociaciones. A veces también terminan porque uno de los contendores pierde la voluntad o la capacidad de seguir luchando (Estados Unidos en Vietnam, por ejemplo), pero el efecto es finalmente el mismo. En los meses de marzo-abril hubo negociaciones auspiciadas por Recep Tayik Erdogan (que siempre juega a dos bandas). Desde entonces no han existido otras iniciativas y en los gobiernos occidentales, aunque intuitivamente pareciera ser la alternativa menos mala, nadie está en condiciones de presionar a los ucranianos a una negociación que inevitablemente tendría el precio de concesiones territoriales a Rusia.
El Gobierno ruso sigue resistiéndose a usar el término “guerra” respecto de sus operaciones en Ucrania, sigue calificando al Gobierno ucraniano como fascista y sigue negando identidad nacional a los ucranianos. La paradoja (otra más) es que como consecuencia de la guerra, los ucranianos tienen hoy una identidad nacional que hasta el 2014 era mucho más difusa. Como expresó alguna vez Charles Tilly en un texto sobre Nation Building: el estado hace la guerra y la guerra hace la nación. Como consecuencia de la guerra, en el Donbás ya no hay comunidades binacionales, la guerra expulsó a unos y otros a ambos lados del frente y no volverán a existir como tales cuando la guerra concluya. Los objetivos de Putin (explícitos o no) eran por un parte contener la eventual expansión de la OTAN y la UE hacia Ucrania y por otra parte recuperar un espacio que él y buena parte de la élite rusa entienden que es una parte histórica de su imperio y que, por lo tanto, es naturalmente parte de Rusia[10]. Ninguno de esos objetivos ha sido alcanzado y tampoco serán alcanzados en el futuro. Ucrania está cada vez más cerca de la UE y la OTAN se ha fortalecido.
El impacto de la guerra y el Sur Global
Si hay algo que ha cambiado con la guerra es el interés de las potencias del sistema por optimizar vínculos y penetración en los países del denominado Sur Global, tanto en función de nuevas necesidades económicas como de apoyo político respecto de sus alineamientos en la guerra, pero este es un juego donde todo el mundo busca maximizar intereses propios y/o cobrar cuentas por agravios pasados, en donde el “Sur” genéricamente busca en la neutralidad, no quedar atrapado en el juego de las grandes potencias. En marzo de 2022 141 países reunidos en la ONU suscribieron una resolución contra la invasión rusa (contra 35 abstenciones y 5 votos en contra), pero solo 40 han aplicado sanciones contra Rusia. India intenta capitalizar su neutralidad y Rusia aumenta su presencia militar (aunque en este caso la presencia no es directamente del Estado Ruso, sino de los mercenarios de Wagner) en países del Sahel que históricamente fueron el patio trasero de Francia, países que además de otros males endémicos, sufren los embates del radicalismo islámico. China en tanto se mantiene en una posición expectante: Xi Yin Ping viajará próximamente a Moscú y ha expresado cierta voluntad por avanzar en un plan de paz. Que la posición de China se mantenga también depende de las tensiones con Estados Unidos en donde el episodio de los globos (espías o simplemente meteorológicos) no ha contribuido precisamente a bajar el nivel de la tensión. Europa, a diferencia de otras épocas, ya no busca prioritariamente en América Latina mercados para sus exportaciones, sino materias primas que permitan completar su transición energética[11], pero constata que en este ámbito China, que cultiva lazos por la vía de grandes inversiones desvinculadas de toda clase de exigencias democráticas o medioambientales, les lleva una gran delantera.
Aunque para la UE la guerra de Ucrania significó un cierto “redescubrimiento” de América Latina, según se advierte en un documento de Marzo de 2022[12], que se ha traducido en la renovación del Acuerdo con Chile y un avance sustantivo en el acuerdo con el MERCOSUR (que ya lleva más de 20 años de negociaciones), la guerra, pese a la afinidades culturales, políticas y a las expectativas de mayor cooperación, ha generado diferencias y distancias en ambos lados del Atlántico. En marzo de 2022, de los 141 Estados miembros de la ONU, 193 votaron en la Asamblea General a favor de una resolución que condenaba la invasión de Rusia y pedía su retiro inmediato. La resolución fue apoyada por la mayoría de los países de América Latina; solo se abstuvieron Cuba, Nicaragua, Bolivia y El Salvador. También en marzo la OEA adoptó una resolución sobre Ucrania pidiendo a la Federación Rusa que retire sus fuerzas militares en Ucrania. De los 34 miembros activos de la OEA, 28 votaron a favor, ninguno en contra, y cinco se abstuvieron, incluido Brasil (más Bolivia, El Salvador, Honduras, y San Vicente y las Granadinas). El voto latinoamericano y caribeño estuvo aún más dividido en la votación del 7 de abril cuando la Asamblea General de la ONU decidió suspender a Rusia del Consejo de Derechos Humanos por las denuncias de graves violaciones cometidas en Ucrania. 18 Gobiernos votaron a favor, 3 en contra (Bolivia, Cuba y Nicaragua) y 9 se abstuvieron, entre ellos Brasil, El Salvador y México. En la región no hay una posición común. Tampoco hay una sola organización regional latinoamericana que haya emitido una declaración sobre la guerra. En la reciente cumbre de la CELAC en Buenos Aires, en el extenso comunicado final de 111 puntos en donde hay referencias hasta sobre la importancia de los camélidos y a pesar de que en el punto N.° 3 se hace referencia al compromiso con la democracia, la promoción, protección y respeto de los Derechos Humanos, la cooperación internacional, el Estado de Derecho, el multilateralismo, el respeto a la integridad territorial, la no intervención en los asuntos internos de los Estados, y la defensa de la soberanía, así como la promoción de la justicia y el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales[13], no hay una sola referencia a la situación de Ucrania.
Más explícito ha sido el presidente Lula, quien en una entrevista con la revista Time en mayo de 2022, para justificar la neutralidad de Brasil, homologó la responsabilidad de la guerra del presidente Zelenski con la de Putin. Su argumento fue que para que exista guerra se necesitan dos[14]. El argumento de la neutralidad puede ser razonable y a veces hasta encomiable, pero hay situaciones que implican el uso de la violencia que no se pueden homologar. Mantener una prudente distancia frente una pelea entre barras bravas puede ser lo más correcto y lógico, pero no se puede tener la misma actitud de neutralidad si constatamos que están asaltando a un vecino en su propia casa: en tal caso la neutralidad podría ser entendida más bien como falta de solidaridad o incluso cobardía. Una guerra que es producto de una invasión, transgrediendo todas las normas del derecho internacional, se asemeja más a un asalto en el vecindario, en donde hay víctimas, que a una pelea entre sujetos pendencieros.
Como señaló Detlef Nolte en un art publicado en el Mostrador
es sintomático que el comunicado de prensa conjunto de la III Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores Celac-UE de fines octubre de 2022 en Buenos Aires evitó nombrar y condenar a Rusia, como esperaban los Gobiernos europeos. Al menos, los Gobiernos participantes pudieron reafirmar su apoyo a los objetivos y principios consagrados en la Carta de la ONU de defender la igualdad soberana de todos los Estados y respetar su integridad territorial e independencia política. En el contexto de esta afirmación, el comportamiento de los países latinoamericanos es aún menos comprensible. Además, desde una perspectiva europea, resulta extraño que una región, que siempre ha denunciado (con razón) el imperialismo que emana de Estados Unidos, elude hoy condenar como imperialismo una guerra para restaurar un imperio y someter (y si es necesario) asimilar por la fuerza a otros pueblos… Los Gobiernos latinoamericanos deberían preguntarse si el mundo sería mejor y si a América Latina le conviene que la UE salga debilitada, pero Rusia (e indirectamente China) fortalecida del conflicto de Ucrania. Esto supondría, a su vez, una derrota de los valores que los Gobiernos latinoamericanos han defendido hasta ahora en política internacional, como es el caso del respeto a la soberanía, la no intervención y la resolución pacífica de conflictos[15].
Deberemos seguir conviviendo con la guerra, posiblemente por otro año más y tal vez debemos contener la respiración para que no escale. Nos seguirá afectando directamente en nuestra frágil economía, mantendrá alto los precios de los combustibles fósiles, de algunos tipos de alimentos y de los fertilizantes. La guerra finalmente no es tan lejana, porque el mundo es un solo … y es global.
[1] https://elpais.com/internacional/2023-01-23/polonia-impulsa-una-coalicion-de-varios-paises-sin-alemania-para-enviar-tanques-leopard-a-ucrania.html?event_log=oklogin
[2] El Gobierno de Biden sostuvo inicialmente que era mucho más difícil transferir tanques Abrams a Ucrania por la complejidad de su tecnología (motores a turbina por ejemplo) y mantener el soporte necesario para su operación, a diferencia de los Leopard II que disponen de motores diésel y en donde el número de unidades disponibles y países que los usan permitiría mejores condiciones de operación y adiestramiento de las tripulaciones ucranianas. Hasta ahora no existe claridad si finalmente se enviarán tanques Abrams a Ucrania.
[3] Las reticencias del Gobierno alemán al envío de tanques Leopard II generaron también una serie de problemas de política al interior de la propia coalición, en donde paradojalmente Verdes y Liberales estaban a favor del envío. Este problema sumado a varios otros, como por ejemplo la lentitud de la ejecución del presupuesto de defensa se resolvió finalmente con la dimisión de la Ministra de Defensa Christine Lambrecht y su reemplazo por Boris Pistorius, Ministro de Interior en el Land de Baja Sajonia
[4] Melitopol, capturada finalmente en los primeros días de marzo, fue la última victoria de las tropas rusas. La lucha por Bajmut es un esfuerzo ruso por tener otra, tras las derrotas en Kherson y en la región de Jarkov, en donde los rusos también perdieron grandes cantidades de material militar. Bajmut no solo importa por razones simbólicas para rusos y ucranianos, es estratégicamente importante porque una ruptura en ese frente les permitiría a los rusos avanzar hacia Kramatorsk y “cerrar” una saliente en el frente del Donbas
[5] El Jefe Militar de Wagner, una empresa de N Prigozin conocido como el Chef de Putin, ha culpado de los fracasos del Ejercito ruso a la ineptitud y cobardía de sus comandantes. Recientemente los acuso de traición por negarse a transferirles material militar. https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/guerra-rusia-ucrania-en-vivo-ultimas-noticias-del-conflicto-y-el-minuto-a-minuto-nid21022023/
[6] Irán produce masivamente drones militares utilizando sus posibilidades de acceder a componentes civiles de empresas occidentales, incluyendo componentes de origen norteamericano (hasta 40 de 52). https://es.euronews.com/my-europe/2022/12/14/expertos-advierten-de-componentes-occidentales-en-los-drones-iranies-usados-en-ucrania; https://www.larazon.es/internacional/20230104/qyfvhnxt4bfupnbg7qp5uqei2m.html
[7] https://elpais.com/internacional/2023-02-20/obuses-de-155-milimetros-el-armamento-de-la-otan-que-mantiene-en-pie-a-ucrania.html
[8] Iniciado por Obama en el 2010 y prorrogado por Biden El acuerdo obliga a tener un máximo de 1550 ojivas nucleares desplegadas cada uno, lo que supone un recorte de cerca del 30% respecto al límite establecido en 2002, y un máximo de 800 lanzadores y bombarderos. El tratado también preveía una serie de inspecciones mutuas in situ. En agosto de 2022 Rusia anunció la suspensión de las inspecciones estadounidenses de sus instalaciones militares, alegando que Estados Unidos obstaculizaba las visitas a sus propias instalaciones, Rusia también pospuso indefinidamente las conversaciones sobre el tratado, que debían celebrarse en El Cairo
[9] El discurso de Biden en Varsovia ha tenido un impacto mediático mayor que el pronunciado en Kiev porque es también una respuesta al Discurso de Putin sobre el Estado de la Nación. Vid https://www.dw.com/de/biden-contra-putin-zwei-reden-zwei-welten/a-64779620
[10] Esa aspiración expansionista no se limita a Ucrania, también se extiende a Bielorusia que ya es un satélite de Moscú pero que aun mantiene cierto grado de autonomía. Hay un documento ruso obtenido por una investigación de medios occidentales sobre un plan en etapas (incluyendo integración monetaria y fiscal )que debería concluir el 2030 con la anexión de Bielorusia a la Federación. No es posible aun verificar la autenticidad del documento, pero en su lógica es consistente con las ideas de Putin https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/guerra-rusia-ucrania-en-vivo-ultimas-noticias-del-conflicto-y-el-minuto-a-minuto-nid21022023/
[11] La reciente visita del Canciller Federal Scholz a Argentina, Brasil y Chile es una evidencia de este interés. En la agenda del Canciller Federal, el tema del litio, fundamental para la transición energética de Alemania (de energías fósiles a energías renovables) estuvo en un punto relevante en las conversaciones con los gobiernos de Chile y Argentina.
[12] Para una visión general sobre las relaciones entre la UE y América Latina vid Sanahuja y Bonilla (eds.) Unión Europea, América Latina y el Caribe. Cartografía de los Acuerdos de Asociación. Fundación Carolina, Madrid 2022. Para una referencia al último documento estratégico de la UE sobre política exterior (Marzo, 2022) vid https://www.dsn.gob.es/es/actualidad/sala-prensa/br%C3%BAjula-estrat%C3%A9gica-uni%C3%B3n-europea
[13] https://www.cancilleria.gob.ar/userfiles/prensa/declaracion_de_buenos_aires_-_version_final.pdf
[14] “… Los políticos cosechamos lo que sembramos. Si siembro fraternidad, solidaridad, armonía, cosecharé cosas buenas. Si siembro discordia, cosecharé peleas. Putin no debería haber invadido Ucrania. Pero no sólo Putin es culpable. Estados Unidos y la Unión Europea también son culpables. ¿Cuál fue el motivo de la invasión de Ucrania? ¿LA OTAN? Entonces los EE.UU. y Europa deberían haber dicho: Ucrania no entrará en la OTAN…“Y ahora, a veces me siento y veo al Presidente de Ucrania hablando en la televisión, siendo aplaudido, recibiendo una ovación de pie por todos los parlamentarios europeos. Este tipo es tan responsable como Putin de la guerra. Porque en la guerra no hay un solo culpable”, sentenció. “Este presidente de Ucrania podría haber dicho: ‘Vamos, dejemos de hablar de este asunto de la OTAN, de la adhesión a la U.E. por un tiempo. https://www.infobae.com/america/mundo/2022/05/04/lula-da-silva-dijo-que-zelensky-es-tan-culpable-como-putin-por-la-invasion-a-ucrania/
[15] https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/columnas/2023/02/13/ucrania-divide-a-america-latina-y-a-la-ue-y-complica-una-asociacion-estrategica/
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Eduardo: Desde el punto de vista militar, tu posicionado análisis parece bastante prolijo. No obstante, nos quedas debiendo una respuesta a la siguiente pregunta: ¿por qué ese enorme interés de EE.UU. y el grupo de países europeos que capitanea por ayudar a “Ucrania”? Enormes sumas de dinero, que ya se quisiera la República Democrática del Congo o Haití, armamentos, personal instructor y hasta el viaje a Ucrania, al estilo James Bond, del mismísimo Biden. ¿Será por solidaridad, respeto a los derechos humanos o valores similares que no entran dentro de la diplomacia norteña? Te agradeceremos iluminarnos sobre el punto. Atentamente