Sacrificio sin salida

¿Serían capaces de vivir allí todo el año y criar sus hijos, todos los involucrados en esta actividad procedentes del sector productivo, el sector político y administrativo en general y quienes asumen su defensa?

Pedro Serrano R.
Director Unidad de Arquitectura Extrema, UTFSM. Presidente de Fundación TERRAM para el desarrollo sustentable. Socio del Foro de Altos Estudios Sociales Valparaíso

Esta crónica podrá parecer a quienes la lean algo exagerada y pesimista, incluso alarmista, pero vivo hace décadas en Concón, parte limítrofe del área en conflicto, llevo años siguiendo el proceso de contaminación del territorio. Se disponen de carpetas de noticias, eventos, investigaciones, constataciones en terreno, historias de vida, mediciones, que demuestran el sacrifico de un territorio que hace poco más de medio siglo y por siglos anteriores, era un paraíso todo el año.

Todas las semanas algún derrame, escape de gases tóxicos o intoxicación de ciudadanos de Quintero, Ventanas, Puchuncaví, nos sacude en la prensa y ya lo vemos como normalizado, vemos como se arruina el presente y futuro sobre todo de niños y niñas de nuestro país.

También continuamente, cosa de leer la prensa, la justicia, los gobiernos y el congreso de la república, sancionan, emiten juicios, revierten fallos, cambian las normas, suben los límites y prometen soluciones parche sobre un asunto de vida y muerte, que se cruza con los poderes del dinero las demandas de energía, metales, gas, todo para el estado de bienestar de ciudadanos de la república que no viven allí.

Con todo lo cotidiano de este desastre, definido ambientalmente como una zona de sacrificio, hoy

  • La zona de sacrificio sigue funcionando.
  • Siguen los derrames, escapes y contaminación, esto es, además, acumulativo.
  • El territorio está inevitablemente ya contaminado, desde hace años, en lo profundo de sus suelos, sus aguas, sus vegetales, sus seres vivos, las aguas de la bahía, su aire, una contaminación tan arraigada a los elementos del paisaje, que costaría años erradicar.
  • Vivir allí, radicarse allí, es un suicidio informado a mediano plazo para cualquier vida.
  • Criar niños allí, sabiendo las condiciones toxicas irremediables, podría ser a la larga infanticidio.
  • El costo posible de remediar el territorio profundamente, por mucho tiempo, sin habitantes, es mucho mayor que el dinero ganado por terceros durante más de 70 años sacrificando el territorio.

¿Serían capaces de vivir allí todo el año y criar sus hijos, todos los involucrados en esta actividad procedentes del sector productivo, el sector político y administrativo en general y quienes asumen su defensa?

Pues evidentemente no, porque todas y todos saben que el territorio y el maritorio ya está envenenado, fue ya sacrificado y seguirá por mucho tiempo en ese estado.

Está claro que el asunto no se resuelve deteniendo la producción, ni pagando multas, ni mejorando los estándares, ni cerrando los más contaminantes, ni pidiendo perdón, ni siquiera demoliendo todo el parque industrial, porque el suelo ya hace años está profundamente contaminado con plomo, cadmio, sulfatos, carbón, hidrocarburos de todo tipo, las aguas subterráneas y todas las escorrentías que quedan también están contaminadas por el mismo suelo, el aire acarreará por años el polvo contaminado. El océano costero también ya está contaminado, pero, por el tamaño y movilidad de este, al menos tiene alguna oportunidad.

Por eso la hemos llamado persistentemente, a pesar de las negaciones y oposiciones: zona de sacrificio, ha sido sacrificado profundamente el territorio. Hoy en día, responsablemente, debiera ser declarado no apto para habitar, cultivar, pescar, ni criar.

Todos los involucrados en este estado de cosas deberán comprometerse y asumir los costos de trasladar a esas familias que por generaciones han vivido allí, muchos viendo reducida su esperanza de vida, enfermando y muriendo durante años, a un lugar limpio donde la dignidad de la vida humana no solo sea protegida sino también enaltecida.

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