Pedro Serrano – El agua, más allá de la sequía
Estos fenómenos climáticos ya son rápidos, incluso para nuestras humanas vidas, por lo tanto la comunidad humana local deberá hacerse cargo de las consecuencias, ya que no podremos hacernos cargo, en nuestras cortas vidas, del proceso de calentamiento progresivo ya desatado. La sequía parece que ya no la paramos.
Estamos en un etapa histórica del calentamiento global, iniciado hace un par de siglos con el exceso de emisiones antrópicas de dióxido carbono a la atmósfera. El exceso de dióxido de carbono atmosférico aumentó el efecto invernadero en todo el planeta (retención de infrarrojos producidos por radiación solar), lo que ha ido subiendo muy rápido la temperatura media global, muy rápido para los tiempos geológicos y los tiempos meteorológicos históricos anteriores.
Finalmente allí está el problema: el calentamiento global, el problema no es el cambio climático. Lo que sucede es que, como consecuencia del calentamiento, el clima sufre alteraciones diversas en distintas partes del globo:
El hielo ártico está desapareciendo cada vez más rápido cada año y se abre el paso Noroeste a la navegación comercial (la ruta marítima que bordea Norteamérica por el norte, uniendo el océano Atlántico y el Pacífico).
Groenlandia ha perdido un gran volumen de sus hielos milenarios lo que ha vertido al Atlántico gran cantidad de agua dulce y aumentado el nivel de los océanos algunos cm.
En la Antártica ya se han perdido dos plataformas, Larsen B y Larsen C, liberando icebergs gigantes, los icebergs son de agua dulce, así que más contribución de agua dulce a los océanos. Toda esta agua dulce con sedimentos terrestres cambia la composición química de los océanos.
En Siberia el retiro de los hielos ha dejado libre una gran cantidad de emisiones de metano orgánico, que aumentan aun más el invernadero atmosférico.
En Norteamérica y Europa las olas de frio han aumentado en frecuencia e intensidad, dado las alteraciones en las corrientes oceánicas. De igual forma se producen calores inéditos en verano.
De paso, en el mar Caribe, ahora más cálido, los huracanes también se incrementan.
Este mes de agosto 2019, las quemas agrícolas en territorios amazónicos de Perú, Bolivia, Paraguay y Brasil, salieron de control dado las pocas lluvias y lo vulnerable del bosque con menos humedad. Se han quemado miles, tal vez millones de hectáreas de selva. Por supuesto, aumentando el efecto invernadero.
En Chile el asunto promete cambios intensos que ya están ocurriendo. Una Investigación internacional donde participó el Center For Climate And Resilence Research (Cr)2 donde son parte la U. de Concepción y la U. de Chile, demostró que el calentamiento progresivo durante algo más de 20 años, del Océano Pacífico frente a Nueva Zelanda, había provocado un aumento de las altas presiones en la zona del Trópico de Capricornio (latitud de Mejillones en Chile).
Entre las altas presiones tropicales y las bajas presiones antárticas se produce un corredor sobre el océano Pacífico, que transporta de oeste a este la tormentas de lluvia que llegan precisamente a Chile.
Hace 20 años, estas tormentas llegaban más o menos desde la latitud de los Vilos hasta el sur del país.
Hace poco más de 10 años que, estos frentes de lluvia, están llegando desde Concepción al sur, como resultado tangible de este fenómeno de calentamiento oceánico, la zona central de Chile, que incluye entre otras, Coquimbo, Valparaíso, Santiago, Rancagua, etc. están recibiendo menos precipitaciones que las históricas esperadas. Como consecuencia, la sequía lleva ya10 años y como el calentamiento frente a Nueva Zelanda no se ha detenido, todo lo contrario, es muy probable que siga por 10 años o más.
Es muy probable que este calentamiento cambie para siempre el clásico clima chileno.
Habrá, por muchos años, más sequía en la zona central, por desgracia la con mayor población del país, y lloverá como nunca en el sur de Chile, dado que las tormentas son las mismas, sólo que se han desplazado hacia el sur concentrándose territorialmente por el calentamiento y aumento de altas presiones tropicales. Esto implica además el triunfo de Desierto de Atacama que se expande hacia el sur sin estorbos.
Estos fenómenos climáticos ya son rápidos, incluso para nuestras humanas vidas, por lo tanto la comunidad humana local deberá hacerse cargo de las consecuencias, ya que no podremos hacernos cargo, en nuestras cortas vidas, del proceso de calentamiento progresivo ya desatado. La sequía parece que ya no la paramos.
La comunidad humana local, llamada los chilenos, su Estado y sus Gobiernos, deberán echar mano a todas las opciones científico-tecnológicas de las que disponemos, para paliar el déficit de agua, que ya tenemos y ya está instalado en el territorio más poblado de Chile. Por supuesto, esto es también un desafío para innovar, necesitamos sobre todo agua para el sector consumo humano, luego agua de uso en el sector agrícola y finalmente agua para los sectores industrial y minero.
Evidentemente habrá que tomar medidas concretas para hacer uso eficiente del agua que se consiga. Imagino por ejemplo, que ya no se podrá nunca más regar nuestros cultivos por inundación, ni permitir pesticidas que por arrastre lleguen al agua. En una situación de emergencia como ésta, tampoco la propiedad del agua del país debiese estar en menos privadas. La industria y la minería tendrán que ver muy bien cual agua usan y como se hacen cargo de como la ensucian. Obtener agua domiciliaria será difícil y costoso, por lo tanto, tirarla contaminada por el W.C. debiese ser un pecado inadmisible
Sin embargo, debemos reconocer que científicamente las cantidades de agua en el planeta no han cambiado mucho los últimos siglos, el agua está allí, salada la mayor parte, congelada en la Antártica, el Ártico, Groenlandia, los Campos de Hielo, los glaciares y las nieves cordilleranas, en estanques lagos y lagunas, corriendo por los ríos y esteros muchos de ellos sucios y contaminados, circulando gaseosa por la atmósfera.
Las soluciones potenciales para capturar agua en nuestras regiones en sequía son muchas y habrá que probar con todas. A continuación describo la más obvias:
1.- La zona Central de Chile es un territorio estrecho y muy rápido para las aguas, estas escurren por las pendientes hacia el mar en menos de 24 horas. Por lo tanto, es urgente que la poca agua que cae sea retenida artificialmente, que ojalá no llegue toda al mar. Esto significa, mejorar las retención de los suelos, algo que ya los incas hacían muy bien. Significa hacer tranques, estanques y embalses, significa buscar, explotar y llenar reservorios subterráneos y por supuesto, usarla bien y evitar ensuciar los reservorios
2.- La zona central de Chile enfrenta el reservorio de agua más grande del planeta, el Océano Pacífico, agua salada que habrá que desalinizar, por osmosis reversa o por evaporación solar. En esto hay un amplísimo trecho para innovar tecnológicamente. Todo esto requerirá de energía, ojalá no de carbonados, si no que solar, eólica, oceánica, geotérmica, que menos mal tenemos en abundancia. Chile es un país reconocidamente privilegiado en energías limpias. Otro campo fértil para la innovación.
3.- Este cambio meteorológico que estamos enfrentando, indica que el agua llegará abundantemente de la Araucanía a sur. Sus ríos serán más torrentosos, probablemente generando nuevos desastres, como inundaciones, deslaves, aluviones. Miles de toneladas de agua dulce llegarán al mar, mucho más que los niveles históricos. Es posible, con tecnología actual, tomar parte de esta agua metros antes que llegue al mar y transportarla a norte con una mega carretera sumergida (tubos), tuberías fuera del alcance de las mareas, marejadas y tsunamis, capaces de impulsar y transportar millones de litros de agua dulce por los 2000 kilómetros del norte seco. Esto incluye potencialmente cambios increíbles en nuestro Desierto de Atacama. No podemos cometer el error social y político de entregar estos proyectos a la inversión y lucro privado, el agua es de Chile y los chilenos. Son grandes inversiones que el Estado de Chile debe afrontar, para asegurar un acceso equitativo y democrático a lo que es un derecho humano: el acceso al agua limpia.
Incluso este transporte desde ríos abundantes del sur hacia valles más secos del norte de Chile se ha probado en la historia y funciona, en menor escala que la carretera “hidrooceánica” propuesta, pero también funciona.
Deberemos buscar y compartir aguas. Esta mirada es optimista, tendremos sequía “natural” por calentamiento global para décadas, no hay vuelta climática atrás. Pero tenemos soluciones de ingeniería, ciencia y tecnología a la mano. Chile debe invertir en esto ahora. Por supuesto, deberemos cambiar la cultura y tecnología de uso, recuperación y limpieza de las aguas en los sectores agrícolas, mineros, industriales y domésticos. Esto es además un desafío cultural y político enorme y debiera se EL TEMA, en todas las próximas elecciones locales, regionales y nacionales, por muchos años más.
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Excelente artículo del Profesor Serrano. Es importante allí destacar que el agua no se está agotando: es el agua dulce la que se está ensuciando o desaprovechando y, gracias a las propiedades de este preciado elemento, la tecnología actual puede enfrentar y mejorar la obtención de agua dulce lo que, unido a la desprivatización de este recurso estratégico, otorgaría una gran oportunidad al estado y a la academia para trabajar en conjunto en el desarrollo de las soluciones requeridas.