Valparaíso: el Niño, calor, arquitectura y territorio

“la ciudad no está preparada para olas de calor mayor -hasta ahora inéditas-, tiene pocos recintos mayores con aire acondicionado, muchas casas ni siquiera tienen ventilador, en las tomas y viviendas irregulares de las partes altas de Valparaíso, techos metálicos paredes sin aislación. Estas viviendas en extremo precarias pueden ser térmicamente mortales. La ciudad y sus ciudadanos no están acostumbrados ni cultural ni técnicamente a enfrentar el calor extremo. El calor extremo, además, exige mucha agua potable, lagunas, fuentes urbanas y energía eléctrica y sobre todo. áreas verdes consolidadas, en eso está todo mal en Valparaíso. Y es de esperar que no haya grandes incendios…


Pedro Serrano R.
Director Unidad de Arquitectura Extrema, UTFSM. Presidente de Fundación TERRAM para el desarrollo sustentable. Socio del Foro de Altos Estudios Sociales Valparaíso

“El fenómeno del Niño o simplemente El Niño, a veces referido como fenómeno El Niño (FEN), ​ es un fenómeno o evento de origen climático relacionado con el calentamiento del Pacífico oriental ecuatorial, el cual se manifiesta erráticamente cíclico —Arthur Strahler habla de ciclos de entre tres y ocho años.

“En 1969, Bjerknes ofreció una alternativa de comprensión del fenómeno conocido como la Oscilación meridional de El Niño, al sugerir que un calentamiento inusual en el Pacífico oriental podría debilitar la diferencia de temperatura (de las aguas) entre el este y el oeste, desequilibrando los vientos alisios que son los vientos que empujan las aguas cálidas hacia el oeste. El resultado sería un incremento de aguas cálidas hacia el este, es decir, hacia las costas intertropicales de América del Sur”

Investigaciones arqueológicas en la costa norte del Perú indican que periodos de Niño especialmente fuertes terminaron con civilizaciones pre-incas costeras en el país del norte[i]

El Niño además, influye en todo el planeta: hay períodos de sequía en India y Australia que se asocian a esta estacionalidad. Hoy no cabe duda de su influencia global. Sin embargo, hoy en día el planeta pasa por un ciclo continuo de calentamiento antropogénico, que está subiendo la temperatura global y provocando por sí solo grandes sequías, lluvias e inundaciones, influyendo en los grandes incendios, monzones, ciclones y huracanes nunca vistos con anterioridad, instaurando lo que Naciones Unidas ha reconocido como el “cambio climático”. Para el autor, este es casi un eufemismo, puesto que el problema real es que la Tierra se está calentando más de lo normal. Este es un período iniciado antropogénicamente hace poco más 200 años, con la era de carbón y el petróleo, que acompañó la revolución industrial y un crecimiento exponencial de la población humana. En ese período -evolutivamente tan corto-, pasamos de mil millones a 8 mil millones de seres humanos vivos, que además, por la ciencia y la tecnología alcanzada, consumimos más y vivimos más años en promedio.

El calentamiento global fue una “verdad incómoda” para gobiernos y grandes corporaciones que lo negaron y ocultaron por décadas. Se prefirió usar “cambio climático”.

Fue en la Antártica en los 90’s que los científicos comenzaron a extraer testigos cilíndricos de la gran masa de hielos, depositados por el congelamiento del agua atmosférica, a una media de 20 cm por año. En la Antártica polar no nieva ni llueve, se deposita neviza atmosférica y se va compactando, formando por miles de años, una masa de hielo que, en algunos sectores tiene hasta 3 kilómetros de profundidad. A los mil metros de taladrar, considerando cinco años de testimonios atmosféricos, (pequeñas burbujas), por cada cilindro de un metro extraído. La ciencia tuvo expuestos poco menos de 5 mil años de muestras atmosféricas. Allí quedó muy claro que desde inicios de la era industrial los seres humanos habíamos enviado cantidades crecientes de CO2 a la atmósfera, engrosando la capa de invernadero y aumentando la temperatura bajo la misma.

A pesar de la evidencia científica, esto fue sistemáticamente ignorado y rebatido, hasta que la evidencia climática real -demasiados desastres-, obligó al sistema mundial a enfrentar el calentamiento global, que es mucho más complejo que el “cambio climático”. Aun hoy en 2024, a pesar de acuerdos y convenios globales, las emisiones de CO2 no paran y la Tierra ya pasó de un antiguo y sostenido registro 14 grados centígrados de promedio a 14,5 y subiendo… Se derrite el Ártico, glaciares, se desprenden grandes islas de hielo antártico y muchos, básicamente por codicias inmediatas, siguen sin actuar y son muy poderosos.

Ahora bien, cuando el fenómeno cíclico El Niño, se suma a este calentamiento global, se tiene las posibilidades de un Niño más poderoso que nunca, como desde ya se está registrando en la franja ecuatorial y zonas al sur del ecuador en el océano Pacifico durante estos meses. El Niño normalmente comienza a manifestarse en diciembre (de allí su nombre). Pero hay evidencia satelital de que este año se ha adelantado. Las temperaturas del Pacífico intertropical han subido y mucho, despertando las alarmas meteorológicas en todo el planeta.

Por otra parte, las temperaturas superficiales de cierta porción del Pacífico a la altura de Nueva Zelanda han estado subiendo hace más de 20 años, (esto es calentamiento global), provocando un aumento de presiones en la atmósfera sobre el océano[ii]. Esto ha hecho que los frentes de lluvias clásicos y oceánicos que provocaban temporales de invierno entre Los Vilos y Concepción, se desvíen hacia el norte (llueve en Tarapacá, norte de Argentina, sur de Brasil) y hacia el sur de Temuco, incluso al sur de la Patagonia, provocando una sequía en torno a la zona central del país. Sequía que teóricamente golpea a la región de Valparaíso progresivamente hace más de 20 años.

Pero ahora viene el Niño, lo que agregará olas de calor a esa sequía, aumentará la evaporación oceánica y terrestre, subirá aún más la presión intertropical, con lo que es posible imaginar grandes lluvias, aluviones y arrastres en el norte, y lluvias muy intensas y cortas en la zona central, la sequía no terminará.

Durante 40 años de mediciones en el LER UTFSM, hasta 1970, se llegó a que la media máxima de Valparaíso era 25°C y la media mínima eran 8°C (un paraíso). Eso cambió gradualmente durante las últimas décadas: en Valparaíso hoy, las mínimas son menores y las máximas han llegado muchas veces sobre los 30 grados, y las lluvias “normales” dejaron de ocurrir. No hay duda, en estas décadas el clima de Valparaíso cambió de un modo notable y aparentemente irreversible.  Si se suma a esto un Niño fuerte y prolongado, es muy probable que la región soporte inéditas olas de calor. Con una sequía acumulada, esto puede ser grave. Para una ciudad y ciudadanía que no está preparada para grandes calores, esta situación puede ser crítica.

°C de sobrecalentamiento aguas oceánicas, Climate Change Institute, Universidad de Maine, marzo de 2023

Las olas de calor en el mundo la última década, han dejado miles de muertes en pocos días y ese es el peligro, sobre todo para ciudades que no contemplan arquitectura ni sistemas tecnológicos para enfrentar altas temperaturas. Al menos 15 mil personas murieron en Europa en la ola de calor de 2020, en muchos lugares donde las temperaturas subieron de 40°C. La temperatura corporal normal de un ser humano es de 36,5°C, como el calor viaja desde el cuerpo más caliente al más frio, si en el exterior hacen 36°C o más, se le hace muy difícil al cuerpo perder naturalmente el calor. El cuerpo debe aumentar el trabajo de su radiador (vasos sanguíneos en la piel), eso implica un mayor y agotador trabajo cardíaco, mayor pérdida de agua, incluso hasta espesamiento de la sangre y mucho mayor trabajo cardíaco. La mayoría de las muertes son de personas mayores y con problemas cardíacos y por supuesto, también por deshidratación. También mueren menores de edad, lactantes, por deshidratación y fallos cardíacos.

Como conclusión y advertencia a Valparaíso, (y al resto de la región), la ciudad no está preparada para olas de calor mayor -hasta ahora inéditas-, tiene pocos recintos mayores con aire acondicionado, muchas casas ni siquiera tienen ventilador, en las tomas y viviendas irregulares de las partes altas de Valparaíso, techos metálicos paredes sin aislación. Estas viviendas en extremo precarias pueden ser térmicamente mortales. La ciudad y sus ciudadanos no están acostumbrados ni cultural ni técnicamente a enfrentar el calor extremo. El calor extremo, además, exige mucha agua potable, lagunas, fuentes urbanas y energía eléctrica y sobre todo. áreas verdes consolidadas, en eso está todo mal en Valparaíso. Y es de esperar que no haya grandes incendios…


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